martes, 23 de marzo de 2010


Quinta Semana de Cuaresma
MIÉRCOLES
San Juan 8, 31-42

Decía Jesús a los judíos que habían creído en él:
—Si vosotros permanecéis en mi palabra, sois en verdad discípulos míos, conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.
Le respondieron:
—Somos linaje de Abrahán y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Os haréis libres?
Jesús les respondió:
—En verdad, en verdad os digo: todo el que comete pecado, esclavo es del pecado. El esclavo no se queda en casa para siempre; mientras que el hijo queda para siempre; por eso, si el Hijo os da la libertad, seréis verdaderamente libres. Yo sé que sois linaje de Abrahán y, sin embargo, intentáis matarme porque mi palabra no tiene cabida en vosotros.
»Yo hablo lo que vi en mi Padre, y vosotros hacéis lo que oísteis a vuestro padre.
Le respondieron:
—Nuestro padre es Abrahán.
—Si fueseis hijos de Abrahán —les dijo Jesús— haríais las obras de Abrahán. Pero ahora queréis matarme, a mí que os he dicho la verdad que oí de Dios; Abrahán no hizo esto. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre.
Le respondieron:
Nosotros no hemos nacido de fornicación, tenemos un solo padre, que es Dios.
—Si Dios fuese vuestro padre, me amaríais —les dijo Jesús—; pues yo he salido de Dios y he venido aquí. Yo no he salido de mí mismo sino que Él me ha enviado.

Algunos judíos, Señor, sí creyeron en Ti. A estos un día les dijiste que si se mantenían en tu palabra, serían de verdad tus discípulos, conocerían la verdad y la verdad les haría libres.

Más ellos te replicaron: que si eran linaje de Abrahán, que si siempre habían sido libres, a qué venía ahora hablar de libertad, de verdad y demás zarandajas. Y Tú, Señor, les contestaste: quien comete pecado es esclavo y el esclavo no se queda en casa para siempre; el hijo sí se queda en casa para siempre.

Y dijiste además que el pecado trae esclavitud, ausencia de la casa del Padre. Y que Tú al contrario, prometías libertad, permanencia en la casa del Padre; como los hijos. Y dijiste: si el Hijo os hace libres seréis realmente libres. Y a continuación te desahogaste: vosotros sois linaje de Abrahán, pero queréis matarme; sois linaje de Abrahán, y no me creéis. Yo hablo lo que me dice el Padre y vosotros hacéis lo que dice vuestro padre.

Ellos replicaron: Somos hijos de Abrahán. Y Tú, Señor, dijiste: si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán; os he hablado de la verdad y no queréis oírla y eso no hizo Abrahán. Vosotros seguís a vuestro padre. Dijeron: nuestro padre es Dios. Y Tú: Si Dios fuera vuestro padre me amaríais, porque yo salí de Dios y aquí estoy. Pues no he venido por mi cuenta, sino que Él me envió.

Tú, Señor, lo sabías todo.