jueves, 30 de enero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

IN LAETITIA, NULA DIES SINE CRUCE


Algunos dicen que ya han visto, este mes de enero, la nieve. Yo todavía no la he visto. En la ciudad todavía no ha nevado. Es verdad, que hace unos días, escribí que el ambiente olía a nieve, pero no ha nevado.

Es más, parece, según dicen los expertos, que sube la cuota de la nieve. Veremos. De hecho, ahora mismo, son las trece horas veinte minutos, luce el sol. Y aunque lo hace tímidamente, luce el sol.

Y el sol, como la luz, siembra alegría. Parece que las casas se crecen, que los árboles se animan, que las gentes caminan más erguidas. Y hasta las viejas palomas que pasean por la plaza lo hacen con un andar más acompasado.

Pero como dice el refrán, no es oro todo lo que reluce. Así, hoy no es todo sol, animación, alegría. Allá, no muy lejos, se cuelgan pardas nubes en el cielo. Nubes que contemplan la presa de la tierra y quizás no tarden mucho en atacarla con sus armas en forma de gotas.

Así es la vida: ráfagas de luz y nubarrones negros; destellos de claridad y obscuridad intensa. Sólo el alma puede permanecer impasible y por eso podemos decir, como escribíó San Josemaría muchas veces en su Apacta: : “In laetitia, nulla dies sine Cruce.


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