Hay saludos
breves y también hay saludos más largos. De todo hay en la viña del Señor. Y
eso es bueno, porque así hay variedad, imaginación, sorpresas. Si todos los
saludos fueran iguales, dichos con la misma vibración de voz, pareceríamos máquinas.
Que eso
son, a veces los saludos o contestaciones que te dan las empresas cuando haces
alguna pregunta. Siempre igual, siempre la misma frase. Estos saludos, decimos,
están despersonalizados. Es cierto, que resuelven cuestiones, pero son un
rollo.
Para
suavizar esa despersonalización, en ocasiones, acompañan la respuesta con una
música de fondo que no siempre es del agrado del oyente. Y, entones, ¡a aguantar
tocan! Así son las cosas del progreso, que lo vamos a hacer.
Toda esta
larga introducción viene a cuento, porque esta mañana, cuando volvía de nuevo a la
Parroquia, me crucé con un trabajador de las calderas de la agrupación. Llevaba una carretilla carga con útiles de arreglo: llaves de tuercas, martillos,
tenazas, lijas, etc.
Y como
somos buenos amigos, me saludó. Este fue el saludo: ¿Qué tal?. Nada más. Así
de corto fue el saludo. Le contesté: Bien. Y así de corta fue mi respuesta.
Pregunto: ¿Basta
con un saludo tan escueto? ¿Basta con una respuesta tan corta? ¿Se puede
aplicar aquí el dicho: ¿Lo bueno, si breve, dos veces bueno? Espero respuestas.