JUBILACIÓN:
OPORTUNIDAD PERFECTA
La mañana
estaba fría. Los termómetros marcaban uno bajo cero. Además, un “vientecillo” cortante
azotaba el rostro. Al entrar en el portal de casa, llegó un vecino. Le abrí la
puerta y le saludé con el saludo típico de estas mañanas de invierno: “Buenos días,
qué frío”.
Me
respondió amablemente: “De verdad, qué frío”. Hablamos de lo útiles que son,
para estos días de frío, los gorros; de que él lo usaba siempre; de que si hoy
no lo llevaba era porque había salido a hacer un recado y iba a volver enseguida;
que habitualmente si lo lleva.
Entramos en
el ascensor, el vecino, una feligresa y yo. Los tres. La feligresa apenas
entramos, le preguntó por su mujer. Le contestó que estaba en casa, extremando.
Luego dijo la feligresa: “Tu como ya estas jubilado…”
El vecino arrugó
el ceño y afirmó: “Aburrido estoy. Estaba mejor trabajando”. La feligresa siguió:
“Hay que programarse”. Y el vecino se calló. Luego dije yo: “Ahora, a descansar y a fumar”. “Sí, fumo demasiado,
demasiado, dijo”.
Quise decirle: “La jubilación es la oportunidad perfecta de hacer lo que
muchas veces quisimos y no pudimos… son muchas las alternativas…es el momento
ideal para hacer las actividades que postergamos por el trabajo, hijos, entre
otras”, pero no me dio tiempo, porque el vecino bajó del ascensor. Había llegado a su piso.
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