viernes, 31 de diciembre de 2010


MARIA, JOSE Y JESUS

SANTA MARÍA MADRE DE DIOS

OCTAVA DE LA NAVIDAD
SAN LUCAS 2, 16-21

CON UN SOLO GOLPE DE CLIK
http://www.youtube.com/watch?v=49DR0CKY5T4

Y vinieron presurosos, y encontraron a María y a José y al niño reclinado en el pesebre. Al verlo, reconocieron las cosas que les habían sido anunciadas sobre de este niño. Y todos los que lo oyeron se maravillaron de cuanto los pastores les habían dicho. María guardaba todas estas cosas ponderándolas en su corazón. Y los pastores regresaron, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, según les fue dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidarle, le pusieron por nombre Jesús, como le había llamado el ángel antes de que fuera concebido en el seno materno.

Algo extraordinario había ocurrido en Belén o en sus alrededores. Voces de ángeles y luces resplandecientes llegaron a aquel grupo de pastores que vigilaban sus rebaños. La Buena Nueva llegó a sus oídos y hasta el hondón del alma penetró la invitación.

Y como es habitual entre la gente sencilla, les faltó tiempo para averiguar lo que se les había anunciado. Unos y otros salieron de la cabaña. Llevaban la túnica, el bastón y cuatro cosas más. Felices se pusieron en camino. La noche iba avanzando y no había tiempo que perder. Ninguno olvidó de tomar algún pequeño obsequio para llevar al portal.

Al llegar a un determinado lugar se pararon. Parece que allí estaba el sitio anunciado. Entraron temblorosos y encontraron a María, a José y al Niño. La estampa era encantadora: un recién nacido en el trono de un pesebre; una joven madre llena de gracia mirando a su pequeño; y el bueno de José custodiando a aquellas extraordinarias criaturas. ¡Era verdad!, se dijeron mutuamente.

Los pastores, en un primer momento, depositaron los presentes en un rincón del portal. Y acercándose al Niño que sonreía sin cesar, le dieron un beso en la cara. Y a la joven pareja les desearon suerte y gracia, luego entregaron los presentes. Tras aquel rato divino, se fueron a sus campos y comenzaron a publicar lo visto, los que lo oyeron se maravillaron de cuanto los pastores les habían dicho.

Y tu buena Madre y la mía, Señor, desde el primer momento, comenzó a recoger en su corazón todo lo que iba sucediendo. Luego, hemos sabido, que lo daba vueltas y lo agradecía. Y con el tiempo, sería una fuente inagotable de noticias. Noticias verdaderas, objetivas; de primera mano.

Los pastores —con la normalidad de los sencillos— ya en sus puestos, glorificaban a Dios y alababan sus obras. ¡Todo había sido verdad!