lunes, 5 de diciembre de 2011

DÍA 5 DE DICIEMBRE DE 2011

"EL DÍA MAS FELIZ DE MI VIDA"

He comenzado a leer, como lectura espiritual, un libro titulado “Nosotros, hijos de Dios”, su autor Joseph Lucas, está editado por Ediciones Rialp.

Ayer me llamó la atención la página que a continuación presento a los lectores, de mi blog. Merece la pena reflexionar sobre su contenido.

“Durante la guerra mundial fue reducida a ruinas una iglesia de Francia. Tan rápido fue el bombardeo que el sacerdote no encontró tiempo para poner en sitio seguro al Santísimo. Con lágrimas en los ojos se puso sobre los escombros tratando de descubrir el sitio donde podía hallarse el tabernáculo.

Por desgracia, todo había quedado envuelto por el cas-cote. Tomó un pico y una pala y se puso a abrir ca¬mino hacia el sagrario. Pero qué eran sus fuerzas ante tan gigantesca mole de ruinas. Casi desfalle¬cido el anciano sacerdote, se detuvo en su noble empeño.

Pero entonces pasaba por allí un oficial alemán. Era un católico practicante. Apenas com¬prendió el deseo del sacerdote llamó a algunos solda¬dos y les dio orden de descubrir y desenterrar con todo cuidado el tabernáculo. Aquellos hombres le comprendieron. Eran también católicos de Westfalia.

Empuñaron con sus robustas manos los instrumen¬tos de trabajo y emprendieron la tarea en santo si¬lencio. Les parecía que iban a librar de la cruz al Salvador. El oficial colaboraba afanoso. Apenas se vieron las primeras huellas del tabernáculo aplas¬tado por la piedra y cascote, soltó"su pala, se puso de rodillas y extrajo con sus manos el copón con las formas consagradas y se lo entregó devotamente al anciano sacerdote, que hondamente conmovido re¬cibió el Santísimo de manos de aquel soldado ex¬tranjero. Al describir el oficial este suceso a sus pa¬dres en una carta, terminaba así: «Éste fue el día más hermoso de mi vida.»

Comprendemos por qué llamó a este día el más feliz de su vida. Pero no debemos olvidar que todos nosotros, en cuanto hijos de Dios, tenemos derecho a considerar como fiesta cada día de nuestra vida, ya que podemos llevar al Señor no sólo en las ma-nos, sino en el corazón. Ocultamos en los pliegues de nuestra alma un tesoro cuyo valor sólo está limitado por el Dios infinito”.

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http://www.youtube.com/watch?v=50zRqxn2v0Y