martes, 8 de febrero de 2011

QUINTA SEMANA DEL T. O.
MIÉRCOLES
SAN MARCOS 7, 14-23

CON SOLO GOLPE DE CLIK
http://www.youtube.com/watch?v=93chgOYBV0k&feature=related


Y después de llamar de nuevo a la muchedumbre, les decía:
—Escuchadme todos y entendedlo bien: nada hay fuera del hombre que, al entrar en él, pueda hacerlo impuro; las cosas que salen del hombre, ésas son las que hacen impuro al hombre.
Y cuando entró en casa, ya sin la muchedumbre, los discípulos le preguntaron el sentido de la parábola. Y les dice:
—¿Así que también vosotros sois incapaces de entender? ¿No sabéis que todo lo que entra en el hombre desde fuera no puede hacerlo impuro, porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y va a la cloaca?
De este modo declaraba puros todos los alimentos. Pues decía:
—Lo que sale del hombre es lo que hace impuro al hombre. Porque del interior del corazón de los hombres proceden los malos pensamientos, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, los deseos avariciosos, las maldades, el fraude, la deshonestidad, la envidia, la blasfemia, la soberbia y la insensatez. Todas estas cosas malas proceden del interior y hacen impuro al hombre.

Esta vez, Señor, fuiste Tú el que llamaste a la gente. Y la gente acudió. Les dijiste: “Nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro”. Y añadiste: “Lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre”. De dentro, del corazón; o del cerebro; o del alma; o de la persona entera. Eso sí, eso sí que hace impuro a la persona, al hombre, al ser humano. ¡El que tenga oídos para oír que oiga! ¡Dame entendederas, Señor!
Aquel día, pues, la gente, ¿oyó?, ¿entendió? ¿pidió más explicaciones? No lo sé. Sólo sé que, dentro ya de casa, tus discípulos te pidieron nuevas explicaciones. Algo habías dicho, Señor, que no les sonaba bien. La verdad que no era tan fácil entenderlo como nos parece ahora. ¿O acaso eran torpes tus discípulos?
Dijiste: Sois torpes todos, los de fuera (la gente) y vosotros los de dentro (mis discípulos). Y volviste otra vez a explicar lo mismo: “lo de fuera no mancha al hombre, porque no entra en el corazón”. Lo que se come no mancha al espíritu. Se echa fuera y vale. “Con esto declarabas, Señor, puros todos los alimentos”.
Y seguiste: Lo que sale del corazón, del alma, eso sí que puede manchar. Y empezaste con una retahíla de cosas que sí que manchan: muerte, robos, injusticias, fraudes, desenfrenos, orgullos, frivolidades. Y otras cosas que no enumeraste y también salen de dentro. Eso sí. “Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro”. Ahora, Señor, sí, te hemos entendido.
Señor, que conoces nuestros corazones y conoces también sus escondrijos, ayúdanos a lavar bien todos los rincones del alma, para que la boca no maldiga, ni los pies corran tras el mal, ni las manos golpeen a nadie; ni los ojos nos traicionen; ni el entendimiento se corrompa, ni la voluntad se canse.