lunes, 24 de enero de 2011

TERCERA SEMANA DEL T. O.

MARTES
SAN MARCOS 3, 31-35

CON UN SOLO GOLPE DE CLIK http://www.vatican.va/

Vinieron su madre y sus hermanos y, quedándose fuera, enviaron a llamarlo. Y estaba sentada a su alrededor una muchedumbre, y le dicen:
—Mira, tu madre, tus hermanos y tus hermanas te buscan fuera.
Y, en respuesta, les dice:
—¿Quién es mi madre y quiénes mis hermanos?
Y mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dice:
—Ved aquí a mi madre y a mis hermanos: quien hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.

Parte de tu mañana, Señor, había transcurrido, a buen seguro, en oración silenciosa. Ahora el día estaba soleado. Invitaba a salir y a caminar. Algunos te siguieron. Otros fueron llegando poco a poco. Tu Madre y tus hermanos, gente de tu familia, llegaron hasta Ti. Pero no se acercaron del todo hacia donde Tú estabas, sino que se quedaron un tanto apartados. Tú, Señor, sentado, resolvías alguna cuestión planteada, contabas alguna parábola, respondías preguntas concretas.

En esto, alguien, de modo que todos lo oyeran, llegó hasta Ti y te comunicó: tu madre y otros parientes, te buscaban. Y Tú, sin más, respondiste: ¿quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?

Tú bien lo sabías. Y lo sabían también tus vecinos y parientes; y lo sabían otras gentes de tu entorno; y lo conocían tus discípulos. Por eso, aunque la respuesta que Tú diste fuera desconcertante: quien hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre, nadie se extrañó. Todos entendieron que por encima de la sangre estaba el espíritu; que por encima de los lazos familiares estaban los lazos del amor.

“La escena aquí relatada señala una característica primordial del cristiano: el cumplimiento de la voluntad de Dios supone un paren-tesco con Cristo más estrecho que el parentesco natural de la sangre” .

La tarde iba avanzando. Tú, Señor, seguías en tu tarea de enseñar a los hombres el camino del cielo. ¡Qué ratos más agradables los pasados en tu compañía!

Tu Madre y tus hermanos volvieron a sus quehaceres, a sus ca-sas.