viernes, 10 de enero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

PARA SERVIR, SERVIR


Hoy, recojo en mi blog, una de tantas vivencias con las que nos tropezamos cada día. Sencilla, natural, pequeña, casi insignificante, pero llena de enseñanza.

Sonó el timbre de mi despacho. Abrí  la puerta y me encontré con un señor que venía a pedirme las llaves del local parroquial. Quería ajustar las patas de una vieja mesa. Le acompañé al local, le abrí la puerta y enseguida comprobó la avería.

Me dijo que tardaría, más o menos, media hora en arreglarlo. Pero como había pasado más de una hora y no llegaban mis llaves, me acerque al salón. Llamé con los nudos de la mano la puerta. Me abrió al instante. Estaba terminando el arreglo. Un buen arreglo, hecho gratis y con buen humor.

Aprovechando la circunstancia, dije: yo también tengo una mesa desajustada. Y sin más preámbulos, me dijo: vamos a verla ahora mismo.  Vino, la vio y ha quedado en buscar solución al desperfecto. Espero no tarde en finalizar la obra buena que ya ha comenzado.

Así de sencillo: servir, sin esperar nada en cambio.


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