DESDE MI VENTANA
Desde la ventana de mi habitación, estoy Aranbide, veo muy pocas cosas, tan pocas que las puedo enumerar. Y lo voy a hacer: veo una pequeña pared construida de ladrillos; sobre la pared una yedra que la tapa casi totalmente; veo también unas ramas altas de un arbolillo que se eleva del suelo, y parcialmente, un árbol más grande; veo una pequeña parte de una tapia más larga también hecha de ladrillo; veo unas ramas que sobresalen por encima de la tapia, y entre las ramas veo el verdín de una jardín; veo trozos de cielo azul entre las ramas, y una rama seca colgada de otra verde; veo un tubo de desagüe y una rejilla respiradero sobre la pared. Y no veo nada más. Por eso tendré que mirar para adentro, y reflexionar sobre tantas cosas que voy oír estos días. Lo haré. Pero también escribiré unas líneas sobre lo que veo desde mi ventana.
Veo una pared. Es de ladrillo, color blanco, regular y simétricamente distribuido. Algunos ladrillos tienen restos de una yedra antigua, vieja pegada a la pared. Me sugiere esta visión la necesidad de limpieza, de cuidado, de esmero. Y me viene a la memoria las veces que he tratado de limpiar mi vida. Nunca se acaba de limpiar. Bueno, algún día será el último. Bendita perseverancia que nos ayuda a llamarnos vencedores.
Desde la ventana de mi habitación, estoy Aranbide, veo muy pocas cosas, tan pocas que las puedo enumerar. Y lo voy a hacer: veo una pequeña pared construida de ladrillos; sobre la pared una yedra que la tapa casi totalmente; veo también unas ramas altas de un arbolillo que se eleva del suelo, y parcialmente, un árbol más grande; veo una pequeña parte de una tapia más larga también hecha de ladrillo; veo unas ramas que sobresalen por encima de la tapia, y entre las ramas veo el verdín de una jardín; veo trozos de cielo azul entre las ramas, y una rama seca colgada de otra verde; veo un tubo de desagüe y una rejilla respiradero sobre la pared. Y no veo nada más. Por eso tendré que mirar para adentro, y reflexionar sobre tantas cosas que voy oír estos días. Lo haré. Pero también escribiré unas líneas sobre lo que veo desde mi ventana.
Veo una pared. Es de ladrillo, color blanco, regular y simétricamente distribuido. Algunos ladrillos tienen restos de una yedra antigua, vieja pegada a la pared. Me sugiere esta visión la necesidad de limpieza, de cuidado, de esmero. Y me viene a la memoria las veces que he tratado de limpiar mi vida. Nunca se acaba de limpiar. Bueno, algún día será el último. Bendita perseverancia que nos ayuda a llamarnos vencedores.