domingo, 13 de octubre de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

PASEO OTOÑAL ALREDEDOR 
DE MI CASA


Después de comer, he salido a dar un breve paseo. Eran las cuatro y media, lucía el sol y el cielo estaba adornado de nubes gruesas. Antes de comenzar a pasear, entré en la iglesia a hacer la visita a Jesús Sacramentado, a agradecer el regalo que esta mañana recibí en mi alma: el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo.

El templo estaba frío. Los bancos mudos y serios. En el Sagrario esperándonos el Señor. Me acordé de dos números de Camino: … el n. 537 que dice: “Cuando te acercas al Sagrario piensa que ¡El!... te espera desde hace veinte siglos”. Y del número 538 que dice: “Ahí lo tienes: es Rey de Reyes y Señor de Señores. -Está escondido en el Pan. Se humilló has extremos por amor a ti”-

Viva Jesús Sacramentado, Padrenuestro (tres veces). Hice una comunión espiritual. Recé las Preces. En total cinco minutos dedicados a Dios, al Amor de los amores. Me levanté, adoré al Señor, mediante una genuflexión bien hecha. Y salí de la Iglesia. Allí se quedaba el “Amigo que nunca falla”.

Desde un balcón me saludó una feligresa. Crucé la carretera y comencé el paseo. Un “buenas tardes” a tres personas que también estaban paseando. No los reconocí. Seguí caminando. A la vuelta me paré a hablar con ellos: era un matrimonio, habituales a Misa de doce, y uno de sus hijos. La mujer ya no conoce.

Seguí caminando un poco más. Poca gente por el paseo. Me fui entreteniendo con las hierbas y las hojas de los árboles. El otoño está haciendo ya de las suyas. Volví a casa por otro camino. No encontré a nadie con quien pudiera conversar. Aproveché para rezar a Don Álvaro.

Cuando entré en casa todavía estaba una de mis hermanas. Una pequeña gracia que le había pedido al Señor por medio de Don Álvaro, me fue concedida. Termino este breve relato de un paseo corto, después de varios días sin casi pisar la calle.


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