miércoles, 5 de febrero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

A COCHE VIEJO, 
AVERÍAS POR DOQUIER


Una vez más tuve que acudir al taller. Ahora era la radio que no encendía. Aproveché que no tenía que celebrar la Misa de las diez y, ni corto ni perezoso, saqué el coche del garaje donde pasa las noches y lo llevé al taller.

Le expliqué al técnico, en pocas palabras, el asunto que me traía por allí. Me dijo que volviera a la media hora o un poco más; que enseguida lo iba a arreglar.

Tardé una hora. Cuando llegué le pregunté al técnico; en dos palabras me explicó la avería. Se trataba de lo siguiente: se había fundido un fusible.

Me entregó la llave del coche. Le pregunté cuanto era el importe del arreglo. Me dijo que nada, que era un regalo de la casa. Le di las gracias y me dirigí hasta el coche.

No lo abrí. Sólo advertí el lugar dónde estaba. Iría más tarde a comprobar el arreglo. Cuando estoy escribiendo esto, todavía no he ido. Lo haré de inmediato.

Mañana, si procede os contaré el resultado. De momento a esperar. A espera y que no salga otra gotera por algún lado. Porque ya se sabe: “a perro flaco todas son pulgas” o lo que es lo mismo: “a coche viejo averías por doquier”.


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