jueves, 29 de julio de 2010

DÉCIMA SÉPTIMA SEMANA DEL T. O.

VIERNES
SAN MATEO 13, 54-58

CON UN SOLO GOLPE DE CLIK  http://www.diocesisdesantander.com/

Y al llegar a su ciudad se puso enséñales en su Sinagoga, de manera que se quedaban admirados y decían: —¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos poderes? ¿No es éste el hijo del artesano? ¿No se llama su madre María y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? Y sus hermanas ¿no viven todas entre nosotros? ¿Pues de dónde le viene todo esto? Y se escandalizaban de él. Pero Jesús les dijo: —No hay profeta que no sea menospreciado sino en su tierra y en su casa. Y no hizo allí muchos milagros por su incredulidad.

Cumplida la misión, presentadas las parábolas, te marchaste de allí. Tras una caminata, más o menos larga, llegaste a tu ciudad; al lugar que tanto querías, donde te habías criado y donde tantos recuerdos y tantas amistades guardabas. Estabas en tu casa.

Y, como habías hecho en otros lugares, aquí también te pusiste “a enseñar en la Sinagoga”. Todos quedaron admirados. Te sabían sabio, pero no tanto; te creían conocedor de la escritura, pero no en esa medida. Y decían: ¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos poderes?

Echaban números y no les salían las cuentas. Te habían visto asistir a la Sinagoga, conocían a tu padre adoptivo, José, el carpintero; conocían a tu madre, María, y a toda tu familia; nadie era tan sabio, ni tan influyente. Y una y otra vez decían: ¿De dónde le viene todo esto?

Y algunos —no sé si muchos— se escandalizaban de Ti. Se arrugaban en su envidia. Entonces Tú, Señor, les dijiste a boca llena: no hay profeta que no sea menospreciado en su tierra y en su casa. ¡Qué cosas, Señor, qué cosas!

Y, como respuesta —dice el evangelista—, no hiciste allí muchos milagros; algunos sí, quizás bastantes, pero no muchos. Causa: su incredulidad, su falta de fe, su falta de correspondencia. Ayúdanos, Señor, a creer, a esperar, a amar.