sábado, 24 de julio de 2010

SOLEMNIDAD DE SANTIGO APOSTOL
Del Evangelio según San Mateo (20, 20-28)

CON UN SOLO GOLPE DE CLIK 
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En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: —¿«Qué deseas?» Ella contestó: —«Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda. » Pero Jesús replicó: —«No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber? » Contestaron: —«Lo somos.» Él les dijo: —«Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre.» Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: —«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.»

Celebramos hoy, domingo, la solemnidad de Santiago Apóstol. Esta año además con la circunstancia de ser año santo compostelano. Desde distintos lugares de España, de Europa entera, llegan peregrinos a Santiago. Se ha dicho y con razón que Europa nació peregrinando. Roma, Jerusalén y Santiago eran las metas del aquel andar cristiano.

Nuestro pueblo no sólo tiene una historia salvífica que contar, sino también una geografía de salvación que recorrer. Por eso, todos nosotros queremos, deseamos ir a Santiago. Y a Santiago iremos, al menos con el espíritu, con el júbilo del año santo compostelano, recorriendo los caminos que nos hablan de otros peregrinos que han surcado esos senderos.

Iremos jubilosos por el camino, con el bastón y la mochila de un equipaje ligero, sabiendo que nuestros pies peregrinos tienen como meta de su esfuerzo llegar al destino mismo que moviera al Apóstol Santiago: Jesucristo.

Y aunque es verdad, que pasan los siglos y somos diferentes en tantas cosas, sin embargo tenemos en común la misma fe, el mismo maestro, y la misma meta. Y hacia ellas caminamos.

Por eso, tengamos la edad que tengamos, sea cual sea ahora nuestra circunstancia, la hechura humana de la que estamos hechos el deseo de felicidad, de paz, no ha cambiado con el paso de los siglos, por más que sean otros los desafíos, distintas las dificultades y diferentes los desvaríos.

Y aunque parece que todo cambia, tenemos en común algo que es esencial a la humanidad, el amor de Cristo, la Cruz que el mismo Señor quiso abrazar y darle un destino feliz.

De esto fue testigo el Apóstol Santiago, y en esto él nos ayuda y acompaña, ayudándonos a entender que Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida.

Caminante son tus huellas // El camino nada más; // caminante no hay camino // se hace camino al andar.

Al andar se hace camino // y al volver la vista atrás // se ve la senda que nunca // se ha de volver a pisar.

Caminante, no hay camino // sino estelas sobre el mar. // ¿Para que llamar caminos // A los surcos del azar...?

Todo el que camina anda, // Como Jesús sobre el mar. // Yo amo a Jesús que nos dijo: // Cielo y tierra pasarán

Cuando cielo y tierra pasen // mi palabra quedará. // ¿Cuál fue Jesús tu palabra?  // ¿Amor?, ¿perdón?, ¿caridad?

Todas tus palabras fueron // una palabra: Velad. // Como no sabéis la hora  // En que os han de despertar,

Os despertarán dormidos // si no veláis; despertad.