martes, 4 de mayo de 2010

QUINTA SEMANA DE PASCUA

MIÉRCOLES
SAN JUAN 15, 1-8            

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»Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto lo poda para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo si no permanece en la vid, así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque sin mí no podéis hacer nada. Si alguno no permanece en mí es echado fuera como los sarmientos y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y se os concederá. En esto es glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto y seáis discípulos míos.

Una nueva comparación: la vid y el labrador. ¡Bien conocían los judíos este símil! ¡Bien lo conocemos muchos de nosotros! Acaso algunos no sepan la naturaleza de este “arbusto” y desconozcan las actividades principales de este “oficio”. La vid es una planta pequeña, retorcida y frágil, que expande sus tentáculos para trepar y no arrastrarse; lo que tiene de débil y feo su constitución, lo tiene de sabroso y bello su fruto. El éxito de las viñas, depende del labrador.

A la viña hay que cuidarla; podarla cada año para que dé más fruto. Tenerla en orden. Y para tenerla en orden, hay que cavar los senderos, tratarla con productos preventivos. Después, madura ya la uva, vendrá su recogida, y finalmente, fermentada, su virtud alegrará el corazón del hombre.

Tú dijiste que eres la vid y nosotros los sarmientos; que hay que estar unidos a la vid para dar fruto; y que al que no está unido a la vid lo tiran fuera, se seca, y luego lo echan al fuego y arde.

Si permanecemos unidos a la vid todo se consigue, todo se logra, todo se alcanza. Y además tu Padre-Dios recibe gloria y nosotros alabaremos al Dios de los cielos. Y una cadena de consecuencias positivas vendrán de esta unión: los frutos, la alegría, la felicidad.

Con esta comparación, Señor, nos enseñaste que es necesario estar unidos a Ti. y que para estarlo a veces hay que arrancar algo; hay que podar. Haz, Señor, que seamos siempre sarmientos vivos, unidos a la vid, que demos gloria a Dios y frutos excelentes.