miércoles, 16 de octubre de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

ASALTAR SAGRARIOS 
POR LA CALLE


Perdí la cinco. La tres llegó enseguida. En “un plisplás” nos pusimos en el Centro de Pamplona. Las paradas estaban sin gente. Me bajé en la cuesta Labrit, junto al Teatro Gayarre.

Y comencé a andar. Crucé Carlos III, bajé bajo los arcos de la Diputación, seguí Paseo Valencia adelante, hasta llegar al Hotel de los Tres Reyes. Un poco más y cruzaba el Parque Antoniute. A las dos y diez estaba llegando al número 13 de la Calle Barañain.

Lucía un sol espléndido. Mucha gente por la calle. Jóvenes y mayores, niños y ancianos. Muchas caras pero todas desconocidas. Con nadie puede conversar. Ni siquiera dirigir una palabra. En varias ocasiones, oía que alguien habla. Pero no era conmigo. Lo hacía con gente lejana, a través de su móvil.

Más no perdí el tiempo. Lo aproveché para decir jaculatorias y hacer algún acto de desagravio. Y de vez en cuando “asaltar algún Sagrario”.

Me vino a la cabeza aquel punto de camino: “Niño: no pierdas tu amorosa costumbre de "asaltar" Sagrarios”. Camino, 876. 

Y aquel otro: “No seas tan ciego o tan atolondrado que dejes de meterte dentro de cada Sagrario cuando divises los muros o torres de las casas del Señor. —El te espera. No seas tan ciego o tan atolondrado que dejes de rezar a María Inmaculada una jaculatoria siquiera cuando pases junto a los lugares donde sabes que se ofende a Cristo. Camino 269.

La vuelta a casa fue más lenta, más pesada. Pero dejémoslo aquí. Por hoy, basta.


PARA ESCUCHAR