jueves, 15 de julio de 2010

DÉCIMA QUINTA SEMANA DEL T. O.

VIERNES
SAN MATEO 12, 1-8

CON UN SOLO GOLPE DE CLIK http://www.vatican.va/

En aquel tiempo pasaba Jesús en sábado por entre unos sembrados; sus discípulos tuvieron hambre y comenzaron a arrancar unas espigas y a comer. Los fariseos, al verlo, le dijeron:
—Mira, tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado.
Pero él les respondió:
—¿No habéis leído lo que hizo David y los que le acompañaban cuando tuvieron hambre? ¿Cómo entró en la Casa de Dios y comió los panes de la proposición, que no les era lícito comer ni a él ni a los que le acompañaban, sino sólo a los sacerdotes? ¿Y no habéis leído en la Ley que, los sábados, los sacerdotes en el Templo quebrantan el descanso y no pecan? Os digo que aquí está el que es mayor que el Templo. Si hubie-rais entendido qué sentido tiene: Misericordia quiero y no sacrificio, no habríais condenado a los inocentes. Porque el Hijo del Hombre es señor del sábado.

Señor, Tú siempre estabas de paso. Ibas de un lugar a otro. Siempre dispuesto a llevar el mensaje, siempre atento a hacer el bien, a curar enfermedades, a sanar los corazones. Esta vez caminabas por entre los sembrados; era sábado; tus discípulos arrancaban espigas, comían sus granos, mataban el gusanillo del hambre. ¡Qué estampa tan hermosa!

Pero no a todos gustó aquella acción. En efecto, los fariseos protestaron que tus discípulos hacían lo que no era lícito hacer en sábado: trabajar, desgranar espigas entre sus manos, mientras avanzaban por los sembrados.

Pero Tú, Señor, les respondiste que leyeran de nuevo lo que hizo David y acompañantes; aquello de los panes de la proposición; y les dijiste también que leyeran más despacio lo de los sacerdotes en el Templo.

Con estos recuerdos, les viniste a decir que Tú eras mayor que David, más santo que los sacerdotes, más justo que todos; y que tus discípulos sabían bien lo que hacían. Lo que ocurre es que ellos no entendían lo que significa misericordia quiero y no sacrificio, de lo contrario no habrían echado en cara a tus discípulos esos detalles.

Y terminaste diciendo con autoridad: “Yo soy Señor del sábado”. Nosotros lo creemos y tratamos de seguirte. Ayúdanos, protégenos de los ojos críticos, de la intolerancia.