Hasta el cuarenta de mayo, no te quites el sayo. Siete de junio, llueve suavemente. El tiempo confirma el dicho popular. Solo faltan tres días. Me asomo por la venta.
Por la plaza camina, a buen paso, una señora. Lleva un bolso en una mano y en la otra una cartera. Es de estatura mediana. Bien podría ser una Profesora de algún Colegio cercano de la ciudad. Aunque camina de cara, no puedo calcular su edad. Aventuro que podría tener alrededor de unos sesenta y cinco años. Es decir una Profesora próxima a conseguir la jubilación. Aunque la verdad sea dicha, su caminar es ligero, ágil, parece más joven. De todas formas, todo llega. También la jubilación. Lo sé por experiencia. Los años pasan y la vida se acaba. Oí decir una vez a otra Profesora, que no a ésta, aunque bien pudiera haberlo dicho ésta también, que “nuestras vidas son los ríos/ que van a dar a la mar/ que es el morir;/ allí van los señoríos/ derechos a se acabar/ y consumir;/ allí los ríos caudales,/ allí los otros medianos/ y más chicos,/ allegados son iguales,/ los que viven por sus manos/ y los ricos”. Como bien sabéis, lectores de mi Blog, esto lo dijo ya hace mucho tiempo, mi paisano Jorge Manrique (Paredes de Nava, Palencia). Entretenido en escribir estas cosas que diviso desde mi ventana, levanto de nuevo la vista, y observo que la señora ha desaparecido. Espero que un día se jubile y me invite a la fiesta.
El tiempo es una cosa muy curiosa. Pregunte a cualquier persona en la calle si sabe qué es el tiempo, seguramente le dirán que si. Pero entonces pídale que se lo explique y la mayoría se sentirá perdida. He aquí dos respuestas: "El tiempo es el fuego en el cual nos quemamos"; "El tiempo es un gran profesor, pero desafortunadamente mata a todos sus pupilos".
CAMINO
815 ¿Quieres de verdad ser santo? —Cumple el pequeño deber de cada momento: haz lo que debes y está en lo que haces.