Y ME HABLÓ LA MADERA
PARA ESCUCHAR
https://www.youtube.com/watch?v=merNu7LS-vA
Al contrario que en otras ocasiones, esta
vez, los que llegaron hasta mi presencia, venían delante de una carreta tirada
por dos forzudos bueyes. La carreta era de madera tosca y estaba notablemente
sucia. Del piso de la carreta subían dos idénticas taleras y por delante se
extendía una larga viga a la que estaban uncidos dos excelentes bueyes. Las
ruedas también eran de madera. Estaban formadas por recios cambones y una maza
en el medio. Los bueyes eran de color tierra. Gozaban de gruesos cuernos y
orejas chicas. El pelo de su piel era lustroso y brillante. Por sus narices
respiraban con fuerza y con ritmo. Estaban bien uncidos al yugo del carro con
fuertes correas de cuero que se entremezclaban por encima de pequeños trozos de
pellejo.
Esta vez, los hombres que llegaron eran cuatro.
Dos de ellos eran de edad madura. Vestían recias ropas y sus frentes estaban
surcadas por visibles arrugas. Morenos de rostro y un tanto sonrojados de
pómulos y de nariz. Parece que estos dos hombres eran los que llevaban las
riendas del carro y de los bueyes y también de lo que se iba a realizar. Los
otros dos eran jóvenes. Vestían ropas parecidas a los mayores, pero sus caras
eran más lustrosas; también sus ojos, los movimientos de sus manos y de todo su
cuerpo.
Pude observar que los dos jóvenes iban
provistos de una especie de guantes o manoplas de lana. Y uno de ellos, además
portaba algunos guantes más que pronto entregó a los dos hombres mayores. Por
lo que dijo el joven a entregárselos, aprecié que uno era su padre y el otro su
tío. Luego los jóvenes sacaron de la carreta unas gruesas maromas que lanzaron
al suelo sin ningún miramiento. Después de un rato, me ví envuelta por aquellas
maromas que sin apretarme demasiado me causaban una sensación de estar aprisionada.
PARA ESCUCHAR
https://www.youtube.com/watch?v=merNu7LS-vA