domingo, 2 de enero de 2011

SAN JUAN BAUTISTA
FERIA DE NAVIDAD

3 DE ENERO
SAN JUAN 1, 29-34

CON UN SOLO GOLPE DE CLIK
http://www.youtube.com/watch?v=OIPosq5p9XY

Al día siguiente vio a Jesús venir hacia él y dijo:
—Este el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Éste es de quien yo dije: Después de mí viene un hombre que ha sido antepuesto a mí, porque existía antes que yo. Yo no le conocía, pero he venido a bautizar en agua para que él sea manifestado a Israel.
Y Juan dio testimonio diciendo:
—He visto el Espíritu que bajaba del cielo como una paloma y permanecía sobre él. Yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar en agua me dijo: Sobre el que veas que desciende el Espíritu y permanece sobre él, ése es quien bautiza en el Espíritu Santo. Y yo he visto y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.

Juan el Bautista había comenzado a predicar. Pronto le fueron conociendo por todos los sitios. Enseguida tuvo seguidores. Él estaba contento y su deseo era darte a conocer a otras personas. ¡Que Tú crecieras, aunque él quedase oculto! Algunos se hallaban perplejos ante el papel que Juan representaba. ¡Era tan enérgico y, a la vez, tan humilde! ¡Era tan sencillo y, a la vez, tan fuerte!

Un día algunos judíos le enviaron sacerdotes y levitas para preguntarle quién era. Él confesó y no negó. Dijo la verdad. Afirmó que era la voz del que clama en el desierto. Poco tiempo después, el propio Juan al verte un día a Ti, Señor, señalándote dijo: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. ¡Qué definición tan hermosa! ¡Cuánta carga doctrinal detrás! Ahora, nosotros tus seguidores, Señor, lo decimos poco antes de acercarnos a comulgar.

Juan el Bautista te llamó Cordero de Dios. Al llamarte Cordero de Dios, Juan alude a tu sacrificio redentor. “Isaías había comparado los sufrimientos del Siervo doliente, el Mesías, con el sacrifico de un cordero; también la sangre del cordero pascual, rociada sobre las puertas de las casas, había servido para librar de la muerte a los primogénitos de los Israelitas en Egipto” .

Y aún dijo Juan sobre Ti, Señor, cosas hermosas. Dijo que Tú eras anterior a él; que existías antes que él; que eras mayor que él; que habías venido a bautizar; que sólo Tú eras la salvación verdadera del hombre; que a eso habías venido a la tierra, que él no hacía sino lo que tenía que hacer: bautizarte, anunciarte, abrirte las puertas.

Te pedimos, Señor, que sepamos anunciarte a los demás; que no olvidemos cantar tus alabanzas; que queramos vivir tus mismas enseñanzas.