miércoles, 19 de febrero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

LA PACIENCIA TODO LO ALCANZA


Tuve que acercarme hasta la Oficina de Correos, a recoger un paquete. Lo hice en coche. Llovía ligeramente. Aparqué el coche en doble fila. Puse las luces de situación y entré en las oficinas con los papeles en la mano.

Había una pequeña fila esperando a este lado del mostrador. Yo hacia el número quinto. Al otro lado del mostrador una joven dependiente de Correos. En ese momento, atendía a un chico joven que se prolongó en exceso.

Mientras, los otros cuatro que estábamos esperando a este lado del mostrador, nos íbamos poniendo un poco nerviosos. La espera se iba haciendo larga. Aunque el nerviosismo llegaba, sobre todo, porque en la misma oficina, estaban otros tres dependientes de Correos, que daba la impresión de estar gastando el tiempo.

Hablaban, hablaban, hablaban. Pero ni  una palabra de ánimo para los sufridos clientes que esperábamos nos tocase el turno. En un momento dado, el que se encontraba delante de mí, un chico joven, se movía nervioso de un lado para otro.

Y sin más, dirigiéndose a mí, me dijo: “Ni se enteran. He ahí a tres personas  impasibles a nuestro tiempo.  Así nos luce el pelo. No me extraña que vayan mal las cosas”. Se volvió sobre sus pasos. Yo asentí con la cabeza y pensé: “algo no funciona bien en este momento”.

Al final, me tocó el turno. La joven dependiente de Correos me atendió muy amble. Hasta me rellenó unos datos que me faltaban de escribir en el resguardo. Me entregó el paquete con una sonrisa y me deseó un buen día.

¡¡¡Paciencia, paciencia, paciencia!!! La paciencia todo lo alcanza.


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