lunes, 23 de febrero de 2015

VIEJOS ESCRITOS

Y ME HABLÓ LA MADERA
Aprovechando este momento, tan lleno de emoción y de misterio, salí del templo y me fui a pasear un poco por las afueras del barrio. La tarde estaba templada. Una suave brisa procedente del sur movía las ramas más delgadas de los árboles. Algunos niños jugaban entre un montón de cartones. La circulación en aquellas horas era escasa y por el aire cruzaba un avión a mis ojos diminuto. Junto a mi cruzó un perro negro y peludo. Detrás casi rozándome pasó un chico montado en su bicicleta negra.
Aquel paseo pacificó mi alma. A la vez, aproveché para poner en orden las cosas que había oído no mucho antes, procedentes de la voz que venía escuchando en el templo intermitentemente. Y sobre todo, aproveché esos momentos de paz y de tranquilidad, para comprometerme a seguir la huella de aquella historia. Por eso deseaba tener más noticias sobre el tema.

Aquella noche soñé con árboles tiernos y con troncos robustos, con imágenes en potencia y santos venerados, con alegrías de gargantas débiles y ruegos de gentes arremolinadas. 
PARA ESCUCHAR
https://www.youtube.com/watch?v=C_1-JSQIUyo