miércoles, 28 de enero de 2015

VIEJOS ESCRITOS

Y ME HABLÓ LA MADERA

Me agradaba escuchar a la Santa, pero había que seguir el ritmo de los actos litúrgicos de la parroquia. Por eso, me levanté del banco donde estaba sentado y me dirigí a la sacristía. Allí me revestí y al poco rato salí al altar a celebrar la Santa Misa. 

Es para mi este momento, el rato mejor del día. Es para mi la Santa Misa el centro y raíz de mi vida interior. Por eso, procuro celebrarla con piedad, atención y sosiego. También con esfuerzo y trabajo. Y en la Misa rezo por la Iglesia, por el mundo, por la parroquia, por la familia. Y también por mis pequeñas cosas y sencillos problemas.
A veces, mis ojos se distraen con el colorido vario pinto de las vidrieras que contemplo allá al fondo de la iglesia; otras veces, el ruido de una tos, el lloriqueo de un niño, me hacen distraerme, pero siempre vuelvo mi atención al sacrificio del altar.
Y a mi alrededor contemplo a María y a los ángeles y a la Iglesia entera y junto con toda la Iglesia le doy gracias a Dios por la ayuda, le adoro y pido perdón.

Poco después, despojado de las vestiduras sagradas me entretengo un buen rato dando gracias a Dios a quien he recibido sacramentalmente.

PARA ESCUCHAR
https://www.youtube.com/watch?v=AgcPzd8UeRY