BODAS DE ORO SACERDOTALES
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Era costumbre
aquellos años, acabada la ceremonia de la Misa, que el nuevo misacantano, sentando
en un sillón colocado en rellano de las escaleras del presbiterio, recibiera de
sus vecinos la felicitación y sus respectos, a la vez que le besaban sus manos
consagradas.
Iniciaban el
besamanos los padrinos de Misa, tal como se ve en la fotografía. En este caso, Eva en primer plano y detrás
su marido, Pepe.
Eva está abriendo un
frasco de colonia. De él depositaría unas gotas en las manos sacerdotales. Cada cierto tiempo, a
lo largo del besamanos, haría lo mismo.
Detrás de los
padrinos se ve la cara de José Luis de Santiago, que sería uno de los primeros, junto con
Hipólito y Don Teodoro, en besar mis manos.
Después pasaron mis
padres, Don Avelino, hermanos, primos, familiares, sacerdotes y fieles todos del pueblo.
Mientras el
besamanos, desde el coro se cantaban cánticos apropiados al acontecimiento. Laus Deo.