viernes, 15 de octubre de 2010

EN LA SINAGOGA
VIGÉSIMA OCTAVA SEMANA DEL T. O.

SÁBADO
SAN LUCAS 12, 8-12

CON SOLO GOLPE DE CLIK
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»Os digo, pues: a todo el que me confiese delante los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará ante los ángeles de Dios. Pero el que me niegue ante los hombres, será negado ante de los ángeles de Dios.
»A todo el que diga una palabra contra el Hijo del Hombre, será perdonado; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo, no se le perdonará.
»Cuando os lleven a las Sinagogas, y ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de cómo defenderos, o qué tenéis que decir, porque el Espíritu Santo os enseñará en aquella hora qué es lo que hay que decir.

En tus predicaciones, Señor, no sólo enseñabas doctrina y marcabas comportamientos, también prometías premios y anunciabas tiempos venturosos. Aunque tus promesas iban siempre acompañadas de ciertas exigencias. Prometías, exigías y asegurabas.

Señor, fuiste especialmente claro: a todo el que me confiese delante de los hombres, el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios. Una exigencia y una promesa. Una exigencia transitoria —en la tierra— y una promesa eterna —en los cielos—. ¡Merece la pena!

Pero también anunciaste lo contrario. El que me niegue será también negado. ¡Cuánto debió costarte decir esto último! ¡Cuánta pena pensando en las posibles negaciones! Pero no tembló tu voz. Pronunciaste lo último con el mismo aplomo que lo primero.

Y, como queriendo profundizar más en la cuestión, hablaste de ir en contra del Hijo, de ir en contra del Espíritu Santo. Los discí-pulos se quedaron “pasmados” y yo también me quedo pasmado ahora. Y te miro, Señor, despacio y te digo: que nunca nadie se ponga contra Ti, ni contra el Espíritu.

Tan pasmados quedaron “los tuyos” y tan pasmados estamos nosotros, que tuviste que echarnos un capote, echarnos una mano: no os preocupéis de defenderos, el Espíritu Santo os enseñará a contestar justamente.

Exigencias y promesas, peticiones y premios; en medio nuestras vidas; unas más cortas, otras más largas, más simples o más complicadas, pero siempre seguras si estamos a tu lado; si vivimos a tu sombra.