El Santo
Padre en la homilía de Santa Marta de este martes por la mañana ha pedido precaución
para no convertirnos en cristianos tibios, cómodos o de apariencia.
De este modo, ha recordado que los cristianos deben responder siempre a la
llamada de Jesús, a la conversión. De lo contrario, dejarían de ser meros
pecadores que a veces caen para ser corruptos.
Haciendo referencia a la liturgia del día -un pasaje del apocalipsis de
Juan y el encuentro entre Jesús y Zaqueo- el Papa ha hablado del tema de
las conversiones.
"Convertirse es una gracia, es una visita de Dios", ha
afirmado.
Al hablar de la primera lectura, Francisco ha explicado que el Señor pide a
los cristianos de Laodicea convertirse porque han caído en la
"tibieza". Viven en la "espiritualidad de la
comodidad".
Y piensan, dice el Papa: "hago las cosas como puedo, pero estoy en paz
que nadie venga a molestarme con cosas raras". El Santo Padre ha
señalado que quien vive así piensa que no "falta nada: voy a
misa los domingos, rezo algunas veces, me siento bien, estoy en gracia de
Dios, soy rico" y "no necesito nada, estoy bien".
Al respecto, el Papa ha advertido que este estado del alma es un
estado de pecado: "la comodidad espiritual es un estado de
pecado".
Tal y como ha recordado el Francisco en su homilía, a estos el Señor les
dice: "Porque eres tibio te vomitaré de mi boca" y
les aconseja "vestirse", porque "los cristianos cómodos
están desnudos".
A continuación, ha explicado que "hay una segunda llamada" a
"los que viven de las apariencias, los cristianos de las
apariencias". Estos -ha advertido el Papa- se creen vivos pero están
muertos, y el Señor les pide estar vigilantes. "Las apariencias son
el sudario de estos cristianos: están muertos" y el Señor
"les llama a la conversión", ha indicado.
De este modo, Francisco ha invitado a la reflexión: "¿Yo soy de estos
cristianos de las apariencias? ¿Tengo vida dentro, tengo una vida
espiritual? ¿Siento al Espíritu Santo, escucho al Espíritu Santo,
voy adelante, o...? Pero, si todo aparece bien, no tengo nada que
reprocharme: tengo una buena familia, la gente no habla mal de mí, tengo
todo lo necesario, estoy casado por la Iglesia... estoy ´en gracia
de Dios´, estoy tranquilo". Por eso, el Papa ha recordado que los
cristianos de apariencia "¡están muertos!" Pero, "buscar
algo vivo dentro y con la memoria y el estado de alerta, vigorizar esto
para que se pueda ir hacia adelante. Conversión: desde las
apariencias a la realidad. De la tibieza al fervor".
La tercera llamada a la conversión es con Zaqueo, "jefe de los
publicanos y rico". Un corrupto que trabajaba para los extranjeros,
para los romanos, traicionaba a su patria, ha recordado el Papa.
De esto modo, Francisco ha afirmado: "Era uno como tantos dirigentes que
conocemos: corruptos. En vez de servir a su pueblo, explotan al pueblo para
servirse a sí mismo. En el mundo hay algunos... Y la gente no lo quería.
Esto, sí, no era tibio; no estaba muerto. Estaba en estado de
putrefacción. Corrupto. Pero sintió algo dentro: ¡Pero, este
sanador, este profeta que dicen que habla tan bien, yo quisiera
verlo, por curiosidad´. El Espíritu Santo es astuto ¡eh! Y plantó
la semilla de la curiosidad, y ese hombre para verlo también hace un poco
el ridículo. Pensad a un dirigente que sea importante, y también que sea un
corrupto, un jefe de los dirigentes --este era jefe-- pero, subir a un
árbol para mirar una procesión: pero pensad esto. ¡Qué ridículo!"
A propósito el Pontífice ha explicado que Zaqueo no tuvo vergüenza, quería
verlo y "dentro trabajaba el Espíritu Santo". Y después, "la
Palabra de Dios entró en ese corazón y con la Palabra, la alegría". Y a
Zaqueo le cambia el corazón, se convierte, y promete devolver cuatro veces
lo robado.
"Cuando la conversión llega a los bolsillos, es segura. ¿Cristianos
de corazón? Sí, todos. Cristianos de alma? Todos. Pero, cristianos
de bolsillos, pocos ¡eh! Pocos. Pero la conversión... y aquí, ha
llegado en seguida: la palabra auténtica. Se ha convertido. Pero delante de
esta palabra, la otra palabra, de los que no querían la conversión, que no
querían convertirse: Viendo eso, murmuraban: ´¡Ha entrado en casa de un
pecador!: se ha manchado, ha perdido la pureza. Debe purificarse porque ha
entrado en casa del pecador´", ha explicado.
El Obispo de Roma ha indicado que son "tres llamadas a la
conversión", que el mismo Jesús hace "a los tibios, a los de
la comodidad, a los de la apariencia, a los que se creen ricos pero son
pobres, no tienen nada, están muertos". Asimismo, ha indicado que la
Palabra de Dios, "es capaz de cambiar todo", pero "no
siempre tenemos la valentía de creer en la Palabra de Dios, de recibir esa
Palabra que sana dentro".
Finalmente, al concluir la homilía, Francisco ha recordado que la Iglesia
quiere en estas últimas semanas del Año litúrgico que "pensemos mucho,
muy seriamente en nuestra conversión, para que podamos ir adelante en el
camino de nuestra vida cristiana". Y nos pide "recordar la
Palabra de Dios, hace llamamiento a la memoria, de cuidarla,
vigilar y también obedecer a la Palabra de Dios, para que
comencemos una vida nueva, convertida".
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