miércoles, 10 de noviembre de 2010

TRIGÉSIMA SEGUNDA SEMANA DEL T. O.

JUEVES
SAN LUCAS 17, 20-25

CON UN SOLO GOLPE DE CLIK

HOY UNO MÁS: http://www.youtube.com/watch?v=bjO2wrjm8js
Interrogado por los fariseos sobre cuándo llegaría el Reino de Dios, él les respondió:
—El Reino de Dios no viene con espectáculo; ni se podrá decir: “Mi-rad, está aquí” o “está allí”; porque daos cuenta de que el Reino de Dios está ya en medio de vosotros.
Y les dijo a los discípulos:
—Vendrá un tiempo en que desearéis ver uno solo de los días del Hijo del Hombre, y no lo veréis. Entonces os dirán: “Mirad, está aquí, o mirad, está allí”. No vayáis ni corráis detrás. Pues, como el relámpago fulgurante brilla de un extremo a otro del cielo, así será en su día el Hijo del Hombre.

Señor, estabas en todo. Lo mismo tenías que soportar una pregunta llena de malicia, que procurar salir airoso de una disputa difícil, como aguantar el chaparrón y huir por pies para librarte del barranco, o ser criticado cuando hacías alguna curación o ayudabas a salir de algún apuro. Los fariseos eran los que procuraban ponerte en aprieto, con más frecuencia y fuerza que otros.

Hoy te interrogan sobre cuándo llegaría el Reino de Dios. El reino de Dios que todo buen samaritano estaba esperando, por el que habían rezado tanto y seguían rezando. El tiempo del Mesías, del Salvador, del Redentor. Querían, pues, oír de tu boca la matización adecuada.

Lo primero que les dijiste a aquellos fariseos es que el Reino de Dios no viene con espectáculo, ni se podía decir: aquí o allí está. El Reino de Dios —dijiste— está en medio de vosotros. La respuesta fue desconcertante. Y los fariseos quedaron deshechos. Creo que se marcharon a sus casas un tanto enfadados.

Entonces Tú, Señor, a solas ya con tus discípulos, hablaste de venidas y de llegadas, de relámpagos fulgurantes y de brillos en el cielo. Pero antes tenías que ser rechazado, condenado, morir.

Los Apóstoles, aunque no preguntaron demasiado, sí oyeron muchas veces tus consejos, tus anotaciones y tus sugerencias. No lo entendieron al principio, sólo cuando Tú, Señor, enviaste el Espíritu Santo, con su enseñanza, entendieron algo. Y lo vivieron hasta la muerte.