domingo, 17 de octubre de 2010

VIGÉSIMA NOVENA SEMANA DEL T. O.

LUNES
SAN LUCAS 12, 13-21

CON UN SOLO GOLPE DE CLIK
http://www.youtube.com/watch?v=mfY8_Dcx4Ho

Uno de entre la multitud le dijo:
—Maestro, di a mi hermano que reparta la herencia conmigo.
Pero él le respondió:
—Hombre, ¿quién me ha constituido juez o encargado de repartir entre vosotros?
Y añadió:
—Estad alerta y guardaos de toda avaricia; porque si alguien tenga abundancia de bienes, su vida no depende de aquello que posee.
Y les propuso una parábola diciendo:
—Las tierras de cierto hombre rico dieron mucho fruto. Y se puso a pensar para sus adentros: “¿Qué puedo hacer, ya que no tengo dónde guardar mi cosecha? Y se dijo: “Esto haré: voy a destruir mis graneros, y construiré otros mayores, y allí guardaré todo mi trigo y mis bienes. Entonces le diré a mi alma: “Alma, ya tienes muchos bienes almacenados para muchos años. Descansa, come, bebe, pásalo bien”. Pero Dios le dijo: “Insensato, esta misma noche te van a reclamar el alma; lo que has preparado, ¿para quién será? Así ocurre al que atesora para sí y no es rico ante Dios.

Una y otra vez, leemos en el Evangelio, Señor, que las gentes te seguían para escuchar tu palabra y también para pedirte favores, milagros, o simplemente solución a sus problemas. Esta vez es una multitud la que está reunida a tu alrededor. En una breve pausa de tu enseñanza, uno colocó su pregunta: “di a mi hermano que reparta la herencia conmigo”.

Tú, Señor, con rapidez y con autoridad le diste una respuesta llena de sentido común y de prudencia. Y, además, aprovechaste para instruir, no sólo a aquel “hombre” sino también a los que Te escuchaban, sobre un tema importante: el valor de los bienes materiales: el tener y el ser.

Y para que aquella enseñanza quedara más clara y mejor fijada en sus mentes, les propusiste, Señor, una parábola: la cosa iba de tierras y de frutos; de extraordinaria cosecha y de proyectos ambiciosos; de bienes y riquezas; de descansos y ambiciones; de comidas y bebidas; de juergas y placeres. ¡Toda una vida por delante!

Y también de juicio y de rendición de cuentas; de planes y realidades; de cuerpos y de almas; de vida presente y futura, de examen y sentencias. Toda una lección espiritual y eterna para hombres pegados a lo material y pasajero.

“El tener más, lo mismo para los pueblos que para las personas, no es el fin último. Todo crecimiento es ambivalente. Necesario para permitir que el hombre sea más hombre, lo encierra como en una prisión desde el momento en que se convierte en el bien supremo que le impide mirar más allá” .

Aquel hombre, Señor, se marchó quizás con su problema pero entendiendo que para solucionar esos casos había que acudir al juez o al encargado de repartir los bienes. Y nosotros aprendimos lo importante de mirar las cosas materiales con prudencia y equilibrio, teniendo los bienes materiales no como fines, sino como medios para conseguir una cosa mejor y permanente.