domingo, 16 de enero de 2011

VINO NUEVO, ODRES NUEVOS
SEGUNDA SEMANA DEL T. O.

LUNES
SAN MARCOS 2, 18-22

CON UN SOLO GOLPE DE CLIK
http://www.youtube.com/watch?v=nopsE0kxXfU

Los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno; y vinieron a decirle:
—¿Por qué los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunan y, en cambio, tus discípulos no ayunan?
Jesús les respondió:
—¿Acaso pueden ayunar los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos? Durante el tiempo en que tienen al esposo con ellos no pueden ayunar. Ya vendrán días en que le será arrebatado al esposo; entonces, en aquel día, ya ayunarán. Nadie cose un remiendo de paño nuevo a un vestido viejo; porque entonces lo añadido tira de él, lo nuevo de lo viejo, y se produce un desgarrón peor. Tampoco echa nadie vino nuevo en odres viejos; porque entonces el vino hace reventar los odres, y se pierden el vino y los odres. Para vino nuevo, odres nuevos.

Los discípulos de Juan y los fariseos ayunaban. ¡Unos y otros querían cumplir con sus obligaciones. Todos querían “cumplir” la Ley. Todos, al parecer, se habían tomado las cosas en serio.

La gente lo notaba y se hablaba de ello. Se llegó, incluso, a comparar el modo de actuar en este asunto, entre los discípulos de Juan y tus discípulos, Señor. Por eso, se entiende que “unos” vinieran hasta Ti y te dijeran: todos ayunan: ayunan los de Juan, ayunan los fariseos, todos, ¿por qué tus discípulos no ayunan?

Y Tú, Señor, a aquellos “unos” y a nosotros “otros”, nos contes-taste: ¿es que se ayuna en las fiestas? ¿es que se ayuna en las invitaciones? ¿cómo no entendéis esto? Ya llegará el día —los días— y mis discípulos ayunarán. Pero mientras yo estoy aquí, estamos de fiesta, estamos invitados.

Algunos entendieron la comparación, otros se marcharon murmurando. Los discípulos de Juan siguieron ayunando y tus discípulos, Señor, mientras estuviste con ellos, siguieron de fiesta. Después, ya lo creo que llegaron para ellos días de ayuno. ¡Y con qué exigencia!

Hablaste también del remiendo de paño, de cómo había que echarlo a remojar; de cómo había que proceder si el manto era viejo o nuevo; cómo la pieza nueva tira del manto viejo y el roto se hace mayor...

Hablaste también, Señor, del vino, de los odres viejos y de los odres nuevos, del cuidado de no echar vino nuevo en odres viejos, que esto era un desastre, porque reventarían, etc. Y que “a vino nuevo, odres nuevos”. O sea, a tu venida, Señor, nuevo estilo de vida. ¡Ayúdanos a entenderlo!

Que aprendamos a ayunar cuando sea el tiempo; a cantar cuando convenga; a vestir mantos viejos y a vestir mantos nuevos, a beber vino añejo y a beber vino de la última cosecha. ¡Que aprendamos a ser como Tú, Señor, comprensivos, exigentes, piadosos, pobres, humildes!