jueves, 28 de julio de 2011

NOTA: AUNQUE SALE HOY, CORRESPONDE AL DÍA 30.

DÍA 30 DE JULIO DE 2011


“VA Y VENDE TODO LO QUE TIENE”

Iba recordando las dos parábolas que el miércoles pasado leíamos en la Misa. Es más, iba releyendo la “ficha” que saqué del bolso de la chaqueta y que había utilizado en la homilía de ese día.

Déjame que te recuerde solamente el titulo de estas dos parábolas: el tesoro escondido en el campo y el comerciante que busca perlas finas. Con estas dos comparaciones, Jesús nos presenta el valor del Reino de los Cielos y la actitud del hombre para alcanzarlo.

En esto iba pensando, cuando me encontré con un viejo amigo. Nos saludamos y lo primero que me espetó fue: “Me he puesto audífonos”. Y señaló con la mano sus oídos. Y sin mediar otra palabra, siguió: “Me han costado un millón de pesetas”. Luego, me contó con pelos y señales el iter seguido hasta llegar a esta situación. El hombre estaba contento y yo le deseé suerte.

Poco después, nos habíamos ya despedido, pensé para mis adentros: “Un millón, para oír con los oídos”. ¿Cuánto estaría dispuesto a gastar para oír con el alma? No me dí respuesta, pero fue un pensamiento que me fue rondando mientras caminaba junto al río, a ratos por el sol, a ratos por la sombra.

Crucé dos semáforos, contemplé los árboles frondosos del parque y los pequeños jardines de las viviendas de planta baja, y de sopetón se me fueron los ojos a esta fotografía que aparece aquí a la izquierda de este escrito. Valoración gratuita: ¿Sabe cuánto vale su vivienda a día de hoy?

Y pensé, no deberíamos los cristianos ofrecer valoración gratuita sobre el valor de un hijo de Dios? Y me dije: Por supuesto. Y de inmediato me vino a la memoria la idea que recogen estas palabras que luego busqué: “El Señor nos cuida a cada uno como a una joya de valor inapreciable: una conmovedora realidad, pues cada alma ha sido rescatada al precio de la sangre de Cristo”.

Un millón para oír mejor, valoración gratuita para conocer el precio de nuestra vivienda. Un pensamiento más de Es Cristo que pasa, n. 180: “Quien entiende el reino que Cristo propone, advierte que vale la pena jugarse todo por conseguirlo”.

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http://sv.opusdei.org/art.php?p=26337

NOTA: AUNQUE SALE HOY, CORRESPONDE AL DÍA 29.

DÍA 29 DE JULIO DE 2011


COMENZAR Y RECOMENZAR

Cuando tenía prácticamente terminado el escrito de hoy, una mala pasada de mi “listo ordenador”, dio al traste con todo el trabajo. Y por más que intenté buscarlo, siempre obtuve calabazas. Tras el “pequeño disgusto”, me dije: “Más se perdió en Cuba”. Y aquí estoy dispuesto a construir la casa que se me acaba de derrumbar. También me acordé del n. 248 de Camino: "La vida del cristiano es comenzar y recomenzar".

Pues como iba diciendo o mejor escribiendo: hacía más de un año que no realizaba este paseo. Es un paseo, agradable, sencillo, casi llano. Una pequeña cuestecilla, fácil de salvar.

Después de un año, más o menos, sin pasar por estos lugares, me he dado cuenta que muy pocas cosas han cambiado. En el mismo lugar están los grandes almacenes, los carteles de anuncios, las ballas publicitarias, los bancos, los setos, las farolas. Todo sigue igual.

En el mismo lugar está la escalera de piedra que da acceso a una sencilla huerta rodeada de verjas y llena de árboles frutales. En el mismo lugar los campos de labranza, los senderos y atajos. En el mismo lugar está Arvena, zona de jardín y de plantas. Desde el olivo al avellano, desde la higuera al pino.

Algo sí ha cambiado. Ha cambiado el aparcamiento para coches delante de la Casa de Cultura de Burlada. Si hasta ahora, era un barrizal en vierno y una zona de tierra y polvo en verano, ahora es una zona embreada y señalada con rayas blancas.

También ha cambiado el jardín de infancia que construyeron hace unos años y que seguí con atención curiosa. Y si durante mucho tiempo ha sido simple construcción: paredes limpias, patios acristalados, hoy he podido contemplar a unos cuantos niños que montados en sus triciclos y con sus carretillas se divertían de lo lindo. En la fotografía de al lado puede verse una muestra.

Cuando tan solo me faltaban cinco minutos para llegar a casa, me encontré con el señor de las nueces, del que escribí hace un tiempo una estampa desde mi ventana. Le recordé aquel día, y le dije que la foto no había salido, etc. No importa, habrá que repetir, me dijo risueño.

Y él, que tenía ganas de hablar, comenzó a contarme cosas de su familia; historias de sus padres, de sus hijos, de sus hermanos; del viaje que hicieron él y su mujer a México. Me habló por supuesto de la Virgen de Gaudalupe.

Le escuché con calma. Y recé a su Angel de la Guarda y al mío. Para que nos acompañara en cada paso de nuestras vidas. Con una sonrisa en los labios se despidió de mi. Le deseé un buen día y seguí caminando.

Aquí termino el escrito de hoy. Me ha costado. Pero una vez más he puesto en practica aquel consejo: “La vida del cristiano es comenzar y recomenzar”. Estoy contento.

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http://www.opusdei.es/art.php?p=25883



DÍA 28 DE JULIO DE 2011


RÍO ARGA
DISTINTO, PERO GOZOSO

Hoy el paseo ha sido distinto. Distinto por que en vez de ser matutino, como vengo haciéndolo últimamente, ha sido vespertino. Eran las seis y media de la tarde, cuando salía de casa. A las siete y media estaba de vuelta. Una hora de movimientos de pies y de corazón.

Ha sido distinto además, por que he paseado dejando el río Arga, a mi izquierda, cuando lo habitual es dejarle a mi derecha. Esto ha hecho que hoy al mirar el cauce de la corriente, haya percibido que caminaba hacia delante.

Y me vinieron a la cabeza aquellos versos del poeta palentino, Jorge Manrique: “Nuestras vidas son los ríos / que van a dar a la mar / que es el morir; / allí van los señoríos / derechos a se acabar y consumir; / allí los ríos caudales, / allí los otros medianos / y más chicos, / allegados son iguales, / los que viven por sus manos / y los ricos”.

Con estos y otros pensamiento, entrelazados de jaculatorias, actos de desagravio y comuniones espirituales, había llegado al ecuador del paseo. Subía por la ruta de los alemanes, cuando de la parte derecha de la calzada se cruzaron dos niñas, luego supe eran hermanas, de nueve y doce años, más o menos.

Hola padre, me dijeron con voz suave y ojos alegres, a la vez que las dos, primero una luego la otra, me daban la mano. Correspondí al saludo y les pregunté: ¿De dónde sois? Nosotras, de aquí; la mamá, de Ecuador. Y de inmediato, se alejaron brincando de gozo, hacia su madre, que en ese momento hablaba por teléfono móvil.

Esto me hizo recordar lo que hace pocos días me preguntaba un feligrés: ¿Por qué antes saludábamos al sacerdote, diciendo Avemaría, y ahora lo hacemos con un “buenos días”?

Y pensé, estas niñas estiman al sacerdocio, no a mi que no me conocen de nada, sino al sacerdote por ser ministro de Cristo. Estas niñas han aprendido que el sacerdote aunque en sí, no es nada, es un instrumento de Dios para el mundo. Y por eso, le saludan de modo especial. Saben que Dios ha dado al sacerdote el poder para perdonar los pecados, para expulsar demonios, para realizar su consagración, por eso, le respetan.

Había sido, también por esto, un paseo distinto. Reaccioné tarde, pero me hubiera gustado haberles hecho una fotografía a aquellas niñas para ilustrar este escrito. Pero no lo hice. Tal vez ha sido mejor, el ejemplo así, queda en el anonimato.

Terminé el paseo, un poco cansado, pero contento. Todavía hay personas buenas, aquí y en Ecuador, y le di gracias a Dios.

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