DÍA 28 DE JULIO DE 2011
Hoy el paseo ha sido distinto. Distinto por que en vez de ser matutino, como vengo haciéndolo últimamente, ha sido vespertino. Eran las seis y media de la tarde, cuando salía de casa. A las siete y media estaba de vuelta. Una hora de movimientos de pies y de corazón.
Ha sido distinto además, por que he paseado dejando el río Arga, a mi izquierda, cuando lo habitual es dejarle a mi derecha. Esto ha hecho que hoy al mirar el cauce de la corriente, haya percibido que caminaba hacia delante.
Hola padre, me dijeron con voz suave y ojos alegres, a la vez que las dos, primero una luego la otra, me daban la mano. Correspondí al saludo y les pregunté: ¿De dónde sois? Nosotras, de aquí; la mamá, de Ecuador. Y de inmediato, se alejaron brincando de gozo, hacia su madre, que en ese momento hablaba por teléfono móvil.
Esto me hizo recordar lo que hace pocos días me preguntaba un feligrés: ¿Por qué antes saludábamos al sacerdote, diciendo Avemaría, y ahora lo hacemos con un “buenos días”?
Y pensé, estas niñas estiman al sacerdocio, no a mi que no me conocen de nada, sino al sacerdote por ser ministro de Cristo. Estas niñas han aprendido que el sacerdote aunque en sí, no es nada, es un instrumento de Dios para el mundo. Y por eso, le saludan de modo especial. Saben que Dios ha dado al sacerdote el poder para perdonar los pecados, para expulsar demonios, para realizar su consagración, por eso, le respetan.
RÍO ARGA |
DISTINTO, PERO GOZOSO
Y me vinieron a la cabeza aquellos versos del poeta palentino, Jorge Manrique: “Nuestras vidas son los ríos / que van a dar a la mar / que es el morir; / allí van los señoríos / derechos a se acabar y consumir; / allí los ríos caudales, / allí los otros medianos / y más chicos, / allegados son iguales, / los que viven por sus manos / y los ricos”.
Con estos y otros pensamiento, entrelazados de jaculatorias, actos de desagravio y comuniones espirituales, había llegado al ecuador del paseo. Subía por la ruta de los alemanes, cuando de la parte derecha de la calzada se cruzaron dos niñas, luego supe eran hermanas, de nueve y doce años, más o menos.
Hola padre, me dijeron con voz suave y ojos alegres, a la vez que las dos, primero una luego la otra, me daban la mano. Correspondí al saludo y les pregunté: ¿De dónde sois? Nosotras, de aquí; la mamá, de Ecuador. Y de inmediato, se alejaron brincando de gozo, hacia su madre, que en ese momento hablaba por teléfono móvil.
Esto me hizo recordar lo que hace pocos días me preguntaba un feligrés: ¿Por qué antes saludábamos al sacerdote, diciendo Avemaría, y ahora lo hacemos con un “buenos días”?
Y pensé, estas niñas estiman al sacerdocio, no a mi que no me conocen de nada, sino al sacerdote por ser ministro de Cristo. Estas niñas han aprendido que el sacerdote aunque en sí, no es nada, es un instrumento de Dios para el mundo. Y por eso, le saludan de modo especial. Saben que Dios ha dado al sacerdote el poder para perdonar los pecados, para expulsar demonios, para realizar su consagración, por eso, le respetan.
Había sido, también por esto, un paseo distinto. Reaccioné tarde, pero me hubiera gustado haberles hecho una fotografía a aquellas niñas para ilustrar este escrito. Pero no lo hice. Tal vez ha sido mejor, el ejemplo así, queda en el anonimato.
Terminé el paseo, un poco cansado, pero contento. Todavía hay personas buenas, aquí y en Ecuador, y le di gracias a Dios.
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1 comentario:
MUY bonitao testimonio
Yo tengo en mi recuerdo que cuando pasaba el sacerdote de mi pueblo nos acercabamos y le besabamos la mano D TEODORO el cura de mi pueblo era muy cariñoso y con mucha sesiedad ,siempre lo recordamos en los comentarios familiares
Esto me ha recordado mis años aquellos
su feligresa meme
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