jueves, 1 de agosto de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

OCURRIÓ 
EN MI PRIMER BAUTIZO


Mi primer bautizo en la Parroquia de Santo Tomas de Barruelo, tuvo un punto de novatada. Lo recuerdo perfectamente. Un mal entendido, con su pizca de gracia.

Por entonces, todavía no se había establecido la práctica de tener catequesis con los padres y padrinos, para explicarles en ella, la naturaleza del Sacramento y señalarles las principales ceremonias del acto bautismal.

Los preparativos que se realizaban, corrían a cargo del Párroco. En ellos, se fijaban el día del bautizo, la hora concreta, el nombre a imponer a la criatura y algunas otras cosas más .

Llegó el día de administrar el Bautismo. Era un domingo, después de la Misa mayor. Allí estaban los padres, padrinos, abuelos, familiares, y el que iba a ser bautizado.

Comencé la ceremonia. Al llegar el momento del Bautismo, con solemnidad, dije: “Rosamari, yo te bautizo…No pude seguir. Uno de los abuelos, andaluz por cierto, intervino: “Señor cura, que es un niño y se va a llamar  Oscar”.
Como de sabios es rectificar, rectifiqué y dije: “Oscar, yo te bautizo, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

Hubo unas pequeñas risas. La causa del desaguisado: la media lengua del padre de la criatura que al dar el nombre lo hizo de tal modo que me confundió Y en vez de Oscar , entendí: Rosamari.

Desde entonces, puse más cuidado.


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