PROPINA DE JULIO DE 2011
EL VALOR DE LA VIDA ORDINARIA
El cielo estaba completamente azul. Un suave viento movía las ramas de los árboles y acariciaba el rostro de las personas y de las cosas. Paseando por el patio de mi casa, recé parte del oficio divino. Una y otra vez se clavaron en mi alma mensajes sálmicos. Valga como ejemplo este trozo del Salmo 118: “Tú, Señor, estás cerca, y todos tus mandatos son estables; hace tiempo comprendí que tus preceptos los fundaste para siempre”.