lunes, 25 de febrero de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS


PEQUEÑOS GESTOS

Cada domingo, de hace un tiempo acá, aparece un mendigo a la puerta de nuestra Parroquia. Es un hombre conocido en el barrio, por varias razones: por su presencia entre nosotros, por algunos hechos menos edificantes, y, sobre todo, por un gesto positivo que le hizo popular y que le llevó a las páginas de algunos periódicos.

Pues bien, ayer domingo, volvía a estar a las puertas de nuestro templo. Procura abrir las puertas a los que llegan y extiende su mano pordiosera, rogando algunas monedas que pueda paliar la situación por la que atraviesa.

Días antes, un enfermo, que había acudido a hablar conmigo, me dio dos euros para que se los entregara a este pobre. Le dije que cumpliría sus deseos. Y ha sido hoy, último domingo de febrero, poco antes de comenzar la Misa de las 11:30, cuando cumplí mi compromiso.

Pero como no quería hacerlo personalmente, cuando los padres e hijos entraban en el templo, me fijé en un chaval de once años. Le llamé y deposité en su mano los dos euros, mientras le decía: “Entrega estos dos euros al pobre que está en la puerta”.

El chaval abrió los ojos, mientras abría su mano. Tomó los dos euros y salió rápido a dárselos al pobre. De inmediato pasó a la Iglesia. Yo le pregunté: “¿Qué te ha dicho”? Me ha dicho, dijo el chaval sin pestañear: “Muchas gracias”. Y corriendo se dirigió a donde estaban sus padres.

Seguro que este gesto le habrá servido de lección al chico. A mí, me ha servido. Espero te sirva a ti. Ojalá que al pobre de la puerta también le haya servido.