jueves, 23 de junio de 2011

DESDE MI VENTANA


Empiezo por lo más cercano. El pequeño jardín. Es rectangular. Los dos árboles frondosos colocados a mi izquierda, son dos nogales jóvenes. Todavía no tienen nueces, pero si muchas hojas, llenas de vida y lozanía, esperanza de frutos sabrosos. Los arbolillos que corren junto a la tapia, son plantaciones que formarán con el tiempo un hermoso seto. Ahora mismo, por el verde del jardín, corto y un poco amarillento, caminan picoteando la hierba dos “siete colores”. Los miro a través de la ventana, y como no hago ningún ruido no se asustan y siguen en su trabajo. Son pájaros pequeños de cuerpo pero grandes en el canto. Esta tarde no les da por cantar, están en otro negociado, “primum vivere, postea filosofare”, que diría el filósofo. En el jardín además, ya dije, existe una pequeña franja de tierra plantada de rosales. A vuela pluma cuento treinta rosales. Con rosas abiertas apenas diez. Dentro de unos días estarán muy bonitos. Además de todas estas cosas, veo en el jardín debajo de mi ventana hojas arrancadas de la tormenta de ayer, ahora llega un pajarico más y otro, que es un tordo. Ahora solo queda el primero. Me fijo en la hiedra que arranca del suelo y se extiende por la pared. Cuando me dispongo describir un poco más la hiedra, cruzan por delante de mi ventana, a cinco metros, dos picarazas aturdidas. Como no me saludan tampoco yo digo nada de ellas. A estos pajarracos no los tengo demasiada simpatía. Aprovecho el momento para levantar el corazón al cielo y darle gracias a Dios por tantas cosas bellas como ha hecho. Y también para pedir por cuantos esperan mis oraciones, y con esto termino por hoy mi blog. Me voy a cumplir mi encargo de confesor. ¡Hermosa tarea!


Gracias por seguirme y por el bien
que os hace mi blog.
Un abrazo
JMC