LUNES
SAN MATEO 8, 18-22CON SOLO GOLPE DE CLIC http://www.opusdei.org/
Al ver Jesús a la multitud que estaba a su alrededor, ordenó pasar a la otra orilla. Y se le acercó un escriba.
—Maestro, te seguiré adonde vayas —le dijo.
Jesús le contestó:
—Las zorras tienen sus guaridas y los pájaros del cielo sus nidos, pero el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar su cabeza.
Otro de sus discípulos le dijo:
—Señor, permíteme ir primero a enterrar a mi padre.
—Sígueme y deja a los muertos enterrar a sus muertos — le respondió Jesús.
Una gran multitud te seguía, Señor. Pero Tú ordenaste pasar a la otra orilla. Y allí, en la otra orilla, se te acercó un escriba. Y él —no sabemos su nombre— te dijo: Te seguiré adonde vayas. ¡Qué disposición más generosa, qué actitud más noble y desinteresada! ¡Qué habría visto en Ti!
Y Tú, Señor, le contestaste: Las zorras tiene sus guaridas y los pájaros del cielo sus nidos, pero yo no tengo donde reclinar la ca-beza. Y cuando dormías “bajo teja”, era porque Pedro, Juan u otros discípulos te ofrecían sus casas. Tú tenías casa en Nazaret, pero un día la dejaste.
Tú, Señor, no buscabas poder, ni dinero, ni fuerza. Los que te siguieran deberían prescindir también de honores terrenos, hasta del cobijo de una casa. Tú después les darías el ciento por uno.
Llegó otro —éste era discípulo— y te dijo que su padre acababa de morir, que iría a enterrarle y que luego te seguiría. Y Tú, Señor, le dijiste: Sígueme y deja a los muertos enterrar a sus muertos. ¿Pero Señor, no es una obra de misericordia enterrar a los muertos? ¿Qué querías decirnos?
Deja a los muertos enterrar a sus muertos. “Esta frase, a primera vista dura, responde al lenguaje que a veces empleaba Jesús. En ese lenguaje se entiende bien que sean llamados “muertos” los que se afanan por las cosas perecederas, excluyendo de su horizonte la aspiración a las perennes” .
Una cosa quedaba clara, que Tú, Señor, exigías pobreza y sacrificio para seguirte; y quedaba claro también, que con estos ejemplos se entendían mejor las cosas.