jueves, 28 de febrero de 2013

EXTRAORDINARIA VIVENCIA

UN PEQUEÑO HOMENAJE

Copio aquí, en italiano, las palabras que pronunció Benedicto XVI en su última audiencia de los miércoles, ayer, día 27 de febrero de 2013. Muchas gracias Santo Padre.


Venerati Fratelli nell’Episcopato e nel Presbiterato!
Distinte Autorità!

Cari fratelli e sorelle!

Vi ringrazio di essere venuti così numerosi a questa ultima Udienza generale del mio pontificato. Come l’apostolo Paolo nel testo biblico che abbiamo ascoltato, anch’io sento nel mio cuore di dover soprattutto ringraziare Dio, che guida e fa crescere la Chiesa, che semina la sua Parola e così alimenta la fede nel suo Popolo. In questo momento il mio animo si allarga per di abbracciare tutta la Chiesa sparsa nel mondo; e rendo grazie a Dio per le «notizie» che in questi anni del ministero petrino ho potuto ricevere circa la fede nel Signore Gesù Cristo, e della carità che circola nel Corpo della Chiesa e lo fa vivere nell’amore, e della speranza che ci apre e ci orienta verso la vita in pienezza, verso la patria del Cielo.

miércoles, 27 de febrero de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS


UNA BUENA LECCIÓN

Cuando volvía, ayer por la mañana,  de la Iglesia a mi casa, me fijé en una pequeña camioneta aparcada cerca de la entrada de mi portal. La camioneta era del Ayuntamiento de Pamplona, de la sección de jardinería. Estaba cargada de un material granulado  de color amarillento.

En un primer momento, no advertí que podría ser aquello. Pocos minutos después, cuando bajé a la calle, observé que la camioneta seguía en el mismo sitio, pero ahora con las puertas traseras abiertas y una carretilla en el suelo que sujetaba un joven jardinero.

Muy cerca, en zona verde, dos jardineros trabajaban un espacio de rosales que habían cubierto del material granulado color amarillento que yo había visto en la camioneta y después en la carretilla.

Eché una ojeada alrededor y vi más espacios de rosales cubiertos con el mismo material y a otros dos jardineros que trabajaban en esta tarea en ellos. Entendí que estaban cuidando los rosales depositando  nuevos abonos, esta vez, de nuevos colores.

Más allá, tres jardineros más cavaban alrededor de pequeñas plantas y arrancaban las hierbas y ramujas, con el propósito, seguro, de echar a su alrededor el abono de marras.

Ante esta sencilla vivencia, pensé: ¡Cuánto cuidado, para mantener en forma a unas sencillos rosales! ¡Cuánto mimo para proteger unos pequeños árboles! ¡Buen ejemplo para los que nos dedicamos de la formación de los espíritus!. ¡Buena lección para ponerla en práctica, sin cansarnos!

martes, 26 de febrero de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS


JUBILACIÓN: OPORTUNIDAD PERFECTA

La mañana estaba fría. Los termómetros marcaban uno bajo cero. Además, un “vientecillo” cortante azotaba el rostro. Al entrar en el portal de casa, llegó un vecino. Le abrí la puerta y le saludé con el saludo típico de estas mañanas de invierno: “Buenos días, qué frío”.

Me respondió amablemente: “De verdad, qué frío”. Hablamos de lo útiles que son, para estos días de frío, los gorros; de que él lo usaba siempre; de que si hoy no lo llevaba era porque había salido a hacer un recado y iba a volver enseguida; que habitualmente si lo lleva.

Entramos en el ascensor, el vecino, una feligresa y yo. Los tres. La feligresa apenas entramos, le preguntó por su mujer. Le contestó que estaba en casa, extremando. Luego dijo la feligresa: “Tu como ya estas jubilado…”

El vecino arrugó el ceño y afirmó: “Aburrido estoy. Estaba mejor trabajando”. La feligresa siguió: “Hay que programarse”. Y el vecino se calló. Luego dije yo: “Ahora, a  descansar y a fumar”. “Sí, fumo demasiado, demasiado, dijo”.

Quise decirle: “La jubilación es la oportunidad perfecta de hacer lo que muchas veces quisimos y no pudimos… son muchas las alternativas…es el momento ideal para hacer las actividades que postergamos por el trabajo, hijos, entre otras”, pero no me dio tiempo, porque el vecino bajó del ascensor. Había llegado a su piso.

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lunes, 25 de febrero de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS


PEQUEÑOS GESTOS

Cada domingo, de hace un tiempo acá, aparece un mendigo a la puerta de nuestra Parroquia. Es un hombre conocido en el barrio, por varias razones: por su presencia entre nosotros, por algunos hechos menos edificantes, y, sobre todo, por un gesto positivo que le hizo popular y que le llevó a las páginas de algunos periódicos.

Pues bien, ayer domingo, volvía a estar a las puertas de nuestro templo. Procura abrir las puertas a los que llegan y extiende su mano pordiosera, rogando algunas monedas que pueda paliar la situación por la que atraviesa.

Días antes, un enfermo, que había acudido a hablar conmigo, me dio dos euros para que se los entregara a este pobre. Le dije que cumpliría sus deseos. Y ha sido hoy, último domingo de febrero, poco antes de comenzar la Misa de las 11:30, cuando cumplí mi compromiso.

Pero como no quería hacerlo personalmente, cuando los padres e hijos entraban en el templo, me fijé en un chaval de once años. Le llamé y deposité en su mano los dos euros, mientras le decía: “Entrega estos dos euros al pobre que está en la puerta”.

El chaval abrió los ojos, mientras abría su mano. Tomó los dos euros y salió rápido a dárselos al pobre. De inmediato pasó a la Iglesia. Yo le pregunté: “¿Qué te ha dicho”? Me ha dicho, dijo el chaval sin pestañear: “Muchas gracias”. Y corriendo se dirigió a donde estaban sus padres.

Seguro que este gesto le habrá servido de lección al chico. A mí, me ha servido. Espero te sirva a ti. Ojalá que al pobre de la puerta también le haya servido.

domingo, 24 de febrero de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS


UN FRÍO QUE PELA

Entre las muchas frases que hacen referencia al frío, hoy me ha venido a la cabeza la siguiente: “Hace un frío que pela”. Y es que hoy las temperaturas están bajo cero.

Mientras avanzaba hacia la Iglesia, bien abrigado, tapada la boca con una recia bufanda, acurrucado dentro de mi abrigo, me preguntaba: “Y qué significado tiene la palabra pelar? 

Apenas llegué a mi despacho, “tiré de diccionario” y observé que la palabra pelar tiene varios significados. Entre otros, los siguientes:

1 Quitar, cortar o arrancar el pelo de algo o alguien;
2 Quitar la piel, la cáscara o la corteza que recubre un fruto o un tubérculo; 3 Quitar la piel o el pellejo a un animal; 4 Quitarle las plumas a un ave; 5 Quitarle a una persona todos los bienes o todo el dinero de manera violenta o engañándola; 6 Criticar o hacer murmuraciones acerca de una persona.

Nada dice dice directamente del frío (1). Entonces, me pregunté: ¿Qué significa la frase: hace un frío que pela? ¿Qué es exactamente lo que pela?. Esta es la respuesta que con tono gracioso ofrece Yahoo: 

Se trata de un frío grande. Y un frío grande puede afectar a la piel hasta el punto de llegar a pelarse literalmente. La piel se reseca, pierde la humedad que tiene y a veces produce sabañones..., mira sino los que van a la montaña y sufren congelación; se quedan sin dedos.”


Aunque no parece una respuesta muy científica me quedo con ella y, eso sí, vuelvo a decir: “Hoy hace un frío que pela”.

(1) Después de haber publicado mi comentario, descubrí en el diccionario la definición siguiente, que recojo en nota: que pela fam. Que produce una sensación muy fuerte o intensa, generalmente de frío o de calor: hace un frío que pela.

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sábado, 23 de febrero de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS


MEMENTO HOMO...

Camina siempre acompañada de un cuidador de enfermos. Ella es una mujer anciana. Hace un año, poco más o menos, al salir de la Iglesia, sufrió un golpe de una silla de ruedas. El golpe fue tan fuerte, que le produjo una herida que, después de tanto tiempo, aún no ha se acabado de curar.

Y no es que la mujer se haya abandonado, no. Con frecuencia, acude al médico o a la enfermera. Yo la he visto muchas veces. Y siempre me dice lo mismo: “Aún sigo con el asunto. Que mala suerte la que tuve aquel día. Pero que lo vamos a hacer, paciencia”.

Ayer la volví a ver. Lucía el sol. Hacía frío. La señora iba bien abrigada. Como siempre le llevaba del brazo el señor que la saca a pasear y que le acompaña al médico y a otros menesteres. Nos saludamos, sin más. Esta vez, no comentamos nada de la herida ni del médico, pero observé que aún llevaba la pierna vendada.

Si traigo hoy a la palestra esta sencilla vivencia, es porque me fijé en el cambio que ha sufrido esta mujer. Se ha encogido su cuerpo. No parece la misma. Ha disminuido notablemente.

Y es que el tiempo nos gasta y nos desgasta. Nos oprime y nos comprime. Nos coloca en nuestro sitio. Y me acordé de lo que dice la liturgia el miércoles de ceniza: “Acuérdate, hombre, que polvo eres y que al polvo volverás”.


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viernes, 22 de febrero de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS


SALUDOS Y RESPUESTAS

Hay saludos breves y también hay saludos más largos. De todo hay en la viña del Señor. Y eso es bueno, porque así hay variedad, imaginación, sorpresas. Si todos los saludos fueran iguales, dichos con la misma vibración de voz, pareceríamos máquinas.

Que eso son, a veces los saludos o contestaciones que te dan las empresas cuando haces alguna pregunta. Siempre igual, siempre la misma frase. Estos saludos, decimos, están despersonalizados. Es cierto, que resuelven cuestiones, pero son un rollo.

Para suavizar esa despersonalización, en ocasiones, acompañan la respuesta con una música de fondo que no siempre es del agrado del oyente. Y, entones, ¡a aguantar tocan! Así son las cosas del progreso, que lo vamos a hacer.

Toda esta larga introducción viene a cuento, porque esta mañana, cuando volvía de nuevo a la Parroquia, me crucé con un trabajador de las calderas de la agrupación. Llevaba una carretilla carga con útiles de arreglo: llaves de tuercas, martillos, tenazas, lijas, etc.

Y como somos buenos amigos, me saludó. Este fue el saludo: ¿Qué tal?. Nada más. Así de corto fue el saludo. Le contesté: Bien. Y así de corta fue mi respuesta.

Pregunto: ¿Basta con un saludo tan escueto? ¿Basta con una respuesta tan corta? ¿Se puede aplicar aquí el dicho: ¿Lo bueno, si breve, dos veces bueno? Espero respuestas.

jueves, 21 de febrero de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS


ORACIÓN POR 
UNA NIÑA ENFERMA

Me habían entretenido: una llamada por teléfono, apuntar una suscripción a La Verdad. Total, que salí un poco más tarde de la Iglesia. Allí, en la calle me esperaba una “feligresa” que conversaba con una amiga, de sus cosas.

Apenas me acerqué para saludar a una y otra, apareció otra persona, que de sopetón me dijo: “No te vayas, que quiero decirte algo”. Yo me separé, un poco, para escuchar el mensaje.

Este era el mensaje: “Don Josemaría encomiende a una niña que le van a operar hoy de un tumor”. Le dije que ya estaba en antecedentes, que ya me habían pedido oraciones por ella, días antes. Y le dije también que en la Misa que acaba de finalizar, se había pedido por esta niña.

Seguimos hablando. Fui recibiendo algunos detalles más del caso. Nos despedimos. Poco después me adelantaba la feligresa que hablaba con su amiga y a la que había saludado poco antes. Y me dijo: “Mi amiga se ha quedado extrañada del saludo tan directo que le ha hecho esa señora que acaba de hablar con usted”.

Entendí la extrañeza. Seguimos hablando de la niña y pidiendo, en silencio, al Señor, por ella.

miércoles, 20 de febrero de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS


BASTANTE NIEVE

Me  he encontrado con ellos muchas veces. Desde hace años. Son tres chicos adoptados y su madre. Cuando los conocí eran pequeños. Han ido creciendo. Ya son unos mocetes. Van limpios, aseados, alegres. A los chicos se les ve satisfechos y a la madre feliz.

Hace unos días me encontré una vez más con esta familia. Iban solo dos chicos y su madre. Les saludé como siempre. Y pregunté por el tercero en cuestión. Me dijo la madre que como es el mayor ya tiene otros horarios escolares.

Seguían andando. El chico más pequeño me dijo: “El sábado y domingo próximos vamos a ir a la nieve”. “Vamos al pueblo de los abuelos”. “Nos han dicho que este año ha nevado mucho”. “Están deseosos de ir”, terció la madre. No hacía falta más que verlos.

Ayer volví a encontrarme con los dos chicos y su madre. Les pregunté: “¿Qué tal el domingo?; ¿había mucha nieve?”. Y me respondieron, mientras seguían caminando: “Bueno, bastante”. A lo que dijo la madre: “Bastante, bastante”... Lo mismo dicen cuando les pregunto: “¿Tenéis tarea?”, me contestan: “Bastante”.

"Bastante. ¿Que significa bastante"? “Hay que precisar más, verdad señor cura?” Le dije que sí, que bastante es un término "bastante" relativo.

Me fui al diccionario y encontré las siguientes acepciones: a) Que basta o es suficiente; b) indica una cantidad o número elevado de personas o cosas, que basta o es suficiente; c) ni mucho ni poco, en cantidad o nivel que basta o es suficiente; d) ante puesto a un adverbio o adjetivo, aumenta la intensidad de lo que estos expresan; e) gran cantidad de tiempo sin llegar a mucho. 

Pregunta: ¿Está claro? Respuesta: Bastante.


martes, 19 de febrero de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS


EL CAMINO MÁS LARGO

Ayer, por la mañana, no pude subir andando a Pamplona. Tenía que realizar unas gestiones familiares y me apuraba el tiempo.  Luego me reuní como todos los lunes, con mis amigos sacerdotes. Al terminar la reunión, decidí bajar andando a casa.

Tomé el camino más largo. El que baja por el Seminario, deja a la izquierda el complejo Club Ciudad Deportiva Amaya, pasa el río Arga, y bordea después el complejo Jardinería Arvena, se orienta hacia la tercera Agrupación Orvina, y poco después llega a la C/ Villafranca, Segunda Agrupación Orvina.

El camino me duró casi una hora. Sentí, en esta ocasión, el cansancio que otras veces no había experimentado. Tal vez fuera porque había comido bien o porque estoy un tanto desentrenado, o que un año más también pesa en mi.

Por el camino, como siempre, fui desgranando jaculatorias, haciendo algunos actos de desagravio y pidiendo insistentemente al Señor por Benedicto XVI y por su sucesor, que sea el que sea, le amo ya, como nos enseñó San Josemaría, de todo corazón.

Llegué a casa, como digo, un tanto cansado. Un breve rato de reposo y quedé como nuevo. Y aquí estoy, con ganas de colaborar, como un fiel jornalero, en la viña del Señor.

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lunes, 18 de febrero de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS


UNA RESPUESTA Y CAMINO

Las dos iban a Misa: Madre e hija. Yo también me dirigía hacia la Iglesia. Tras el saludo habitual de “Buenos días”, les pregunté. ¿Qué tal? ¿Todo va bien? Al unísono me contestaron: “Sí, todo va bien”. “Bueno, lo que único que pasa –dijo la joven- es que no puedo correr”. “Lo importante, dije yo, es que te puedas mover de un sitio para otro con normalidad”.

“En efecto. Además, si no puedo correr –dijo la joven-, que espere la Villavesa”. Y se sonrió. Yo también me sonreí y se sonrió la madre.
Hablamos de otras cosas: de la familia, del trabajo... Más tarde, cuando me separé de madre e hija y repensé la respuesta de la joven, llegué a esta conclusión: “Que hermoso es aceptar, con alegría, la voluntad de Dios”.

Y me acordé de unos puntos de Camino que a continuación te copio para que los leas, medites y vivas:

 “Resignación?... ¿Conformidad?... ¡Querer la Voluntad de Dios!” (757).

 “Acto de identificación con la Voluntad de Dios: ¿Lo quieres, Señor?... ¡Yo también lo quiero!” (762)”.

“Escalones: Resignarse con la Voluntad de Dios: Conformarse con la Voluntad de Dios: Querer la Voluntad de Dios: Amar la Voluntad de Dios”.(774).

domingo, 17 de febrero de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS


LLAMAR A LOS DEMÁS
POR SU NOMBRE

Me llamaron al despacho. “Un señor en silla de ruedas, le espera”, me dijeron. Salí de inmediato. Allí, en medio del templo, estaba un señor en una silla de ruedas. Un poco más atrás se encontraba un joven sentado en un banco. En el lado contrario,  se hallaba una señora que me dijo: “Este señor le busca”.

Me acerqué hasta donde estaba  el señor de la silla de ruedas. Aquel señor era conocido mío, desde hace más de cuarenta años. Pero cosas de la vida, no pude saludarle por su nombre, porque su nombre no me venía a la cabeza.

Así, sin poderme dirigir a este señor por su nombre, comenzamos a hablar. Me contó como pudo, pues habla con dificultad, algunos de los avatares de su vida actual. Mientras le escuchaba estaba, un tanto inquieto,  trataba de acordarme de su nombre. Me costó un tiempo, pero al final, con satisfacción mía, me vino su nombre a la cabeza.

Y pronuncié su nombré. Al oírlo, el señor de la silla de ruedas, se emocionó y se llenaron de lágrimas sus ojos. Agradeció con gestos, más que con palabras, el detalle de haberle saludado por su nombre. Y es que el nombre es la persona.

Hablamos un rato más y al despedirnos, volví a llamarle por su nombre y el hombre de la silla de ruedas volvió a emocionarse. Dirigido por el joven colombiano, se marchó, no sin antes agradecerme de nuevo mi atención.

sábado, 16 de febrero de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS



“SACERDOTES CIEN POR CIEN”

Son palabras que escribió San Josemaría en la Homilía “Sacerdote para la eternidad”, homilía en la que san Josemaría reflexiona sobre la Santa Misa; sobre la naturaleza del sacerdocio católico, su dignidad y su necesidad; y sobre la relación entre sacerdotes y laicos en la Iglesia.

Sobre el sacerdocio dice: “Su competencia en diversas ramas del saber humano -de la historia, de las ciencias naturales, de la psicología, del derecho, de la sociología-, aunque necesariamente forme parte de esa mentalidad laical, no les llevará a querer presentarse como sacerdotes-psicólogos, sacerdotes-biólogos o sacerdotes-sociólogos: han recibido el Sacramento del Orden para ser, nada más y nada menos, sacerdotes-sacerdotes sacerdotes cien por cien”.

Si traigo a colación estas palabras es por que ayer, en poco más de una hora, tuve la oportunidad de “celebrar la Santa Misa”, atender a una persona que me pedía un servicio informático”, orientar a un sacerdote”, “aconsejar a un joven en su vocación”; “escuchar una queja de una feligresa”, “atender confesiones”,  saludar amablemente a un amigo” y “escribir este blog”.

En todo momento, siguiendo el sabio consejo de San Josemaría, procuré vivir mi sacerdocio “ser sacerdote, cien por cien”. Espero haberlo conseguido.

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viernes, 15 de febrero de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS


A VECES, 
BASTA SABER ESCUCHAR

Caminaba despacio. Iba, la mañana estaba fría, bien abrigado. En la cabeza una gorra visera color gris. En la mano derecha un paraguas negro y en la otra, un bastón tostado. Era un buen amigo con el que hablo cuando nos encontramos por la calle.

Iba unos metros delante de mi. Agilicé el paso y le di alcance. Le di un suave golpecillo en la espalda, mientras le decía: “Buenos días nos de Dios”. Me respondió con un agradecido: “Buenos días”. Y enseguida añadió: ¿No sabe? Me han operado la semana pasada. Y me contó lo sucedido.

Cómo, un día, fue a recoger unas recetas. Al llegar al Ambulatorio le dijo a la enfermera que sentía un dolor muy fuerte. Y la enfermera le dijo: Conviene le vea el médico dentro de tres o cuatro días. Y cómo mi buen amigo le respondió que no podía esperar. Y cómo la enfermera le aconsejó fuera inmediatamente a urgencias.

Y fue a urgencias. Y el médico de urgencias le dijo: Prepárese. Llame a su familia. De inmediato le vamos a llevar al Hospital. Y le llevaron. A las cuatro horas estaba operado.

Yo le escuché con atención. Luego le pregunté que tal estaba. Me dijo: Estoy muy bien. Espero recuperarme pronto. Deseo volver de nuevo a Misa.

Y aunque yo le vi bastante más delgado, le deseé lo mejor. Me dio un apretón de manos y me agradeció satisfecho el que le hubiera escuchado. Por eso digo: “Que a veces, basta saber escuchar”.

jueves, 14 de febrero de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS


 NUEVE AÑOS

Miércoles de Ceniza. Había celebrado Misa a las diez. Más gente que cualquier día de diario, incluso más que algunos  domingos. Llegó el momento de la distribución de la Ceniza. Uno tras otro, todos pasaron “a tomar ceniza”. Había algún niño. También a ellos les gusta “tomar” ceniza. Un pequeño gesto y tan contentos.

Más tarde, ayudé al celebrante de la Misa de doce a poner la ceniza sobre las cabezas de los fieles. Asistió bastante gente. También algunos niños. En la distribución de la ceniza, todo ocurrió con normalidad. Fue a la hora de la comunión, que también ayude al celebrante, cuando presencié el siguiente hecho.

Los fieles se acercaban a comulgar en dos filas, como siempre. De repente observé que el sacerdote que estaba a mi lado, se quedó parado. Miré y vi delante de él, a un niño. Bajo de estatura, cara redonda y pelo corto, ojos saltones.

Al sacerdote le pareció tan pequeño el chico que le preguntó: ¿Has hecho la Primera Comunión? No contestó directamente, sino que estirando el cuello dijo: “Si tengo nueve años”.

El sacerdote, fiándose de la palabra del chico, le dio la Comunión. El chico se fue “orgulloso por dentro”, a su banco donde le esperaba su madre. Se arrodilló y le dio gracias a Dios. Su madre feliz y el Señor, seguro que descansó a gusto en el corazón de este chico “de nueve años”.

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miércoles, 13 de febrero de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS


AÑO DE NIEVES AÑO DE BIENES

Esta mañana cuando abrí la ventana y vi de nuevo nieve en la plaza y en los tejados, me vino a la cabeza, la frase tantas escuchada: “Año de nieves año de bienes”.  Se  trata de un refrán del idioma español, clave para la Meteorología. Este es su significado:

El año con mucha nieve es favorable para las buenas cosechas, porque, gracias a la nieve, la tierra labrada se mantiene húmeda y esponjosa para que los cereales crezcan debidamente. Por otra parte, la nieve nutre las corrientes de agua”.

Este refrán es válido para tierras de cereal como Castilla. Este refrán se dijo mucho el día 9 de enero de 2009, con motivo de la nevada caída en Madrid, que cubrió la capital de España con una capa de 5 a 15 centímetros. No había nevado tanto desde hacía treinta años”.

¿Puede extenderse su significado a otros campos? Quizás si. No lo sé. Puedes tú, estimado lector,  aportar algo al respecto. Espero tu respuesta.

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martes, 12 de febrero de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS


DIOS EXISTE, 
AUNQUE ME CIEGUE

Subía esta mañana por Carlos III arriba. Había gente paseando por la calle. No solo gente mayor, sino también gente menuda. La razón muy sencilla: Ayer, día muy cercano al Miércoles de Ceniza, los Colegios y Escuelas permanecían cerrados.

Pues bien, subía dirección del “Vaticanillo”. El sol entraba por el lado derecho del edificio, llenaba toda la calle y deslumbraba totalmente mi visión.

Tanta luz arrojaba el sol a esas horas, que ni siquiera me dejaba ver a las personas que avanzaban delante de mí. Además como los rayos del sol chocaban contra el suelo, la dificultad aumentaba.

No obstante, a pesar de mi ceguera o mejor dicho mi falta de visión, en ningún momento se me ocurrió negar la existencia del Astro Rey, que sé que alumbra, calienta y, a veces, ciega.

 “Aunque no puedo mirar hacia al Sol porque me deslumbra –dijo una vez un sabio-, no digo que no exista: Se que sigue allí y que sigue brillando porque Dios allí lo puso”.

Yo creo en Ti, Señor, yo creo en Ti. Dios vivo en el altar, presente en mí. Si ciegos al mirar, mis ojos no te ven, yo creo en Ti, Señor, aumenta mi fe”.


lunes, 11 de febrero de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS


EL VALOR DE LOS PANTANOS

Iban a Misa. Como todos los domingos. Se trata de un matrimonio que conocí hace años. No pertenecen a la Parroquia de Santa Teresa, pero les gusta venir a esta Parroquia.

Nos saludamos. Enseguida la conversación de estos días: ¡Cuánta lluvia este año, dijo ella! ¡Los pantanos hasta arriba, apostilló él! ¡Bien nos vendrá para el verano, afirmé yo! ¡Cierto! ¡De donde hay se puede sacar, dijo la mujer!

Seguimos hablando de Franco y sus pantanos. Enseguida llegamos al templo. Ellos entraron por la puerta principal. Yo acorté el camino, usando una de las puertas laterales.

Ya dentro, en mi cabeza seguían: el agua, los pantanos, el almacenamiento, los embalses. Pensé: algo parecido ocurre en la vida material: guardar, almacenar, recoger en tiempo de bonanza para sacar en días de necesidad.

Y me dije: En la vida espiritual ocurre lo mismo: guardar, recoger, aprovisionarse de virtudes, para echar más tarde, echar mano de ellas. Lo dice el refrán: “Hombre precavido, vale por dos”.

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domingo, 10 de febrero de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS


ESPACIOS DE USO PÚBLICOS

De ordinario son tres. Hoy sólo era una. Se hallaba en un rincón en ángulo, formado por dos paredes, debajo del balcón de un primer piso. Se apoyaba en una de ellas y miraba al frente. Tenía un cigarro entre los dedos, que rítmicamente llevaba a la boca. El humo apenas era visible.

Estampa frecuente, hace años inusitada, ver a gentes fumando en la calle, a la puerta de los bares, de los comercios, etc. La nueva ley anti-tabaco obliga al fumador a salir fuera de los espacios de uso público si desea fumar.

Así dice la Ley: “Espacios de uso público: lugares accesibles al público en general o lugares de uso colectivo, con independencia de su titularidad pública o privada. En cualquier  caso, se consideran espacios de uso público los vehículos de transporte público o colectivo”.

Que esfuerzo salir a la calle a fumar. Sobre todo en los días crudos de invierno;  y también, en los días de verano, excesivamente calurosos.

Me acordé, por contraste, del número 704 de Camino: “Una visita al monasterio famoso. —Aquella señora extranjera sintió apiadársele las entrañas al considerar la pobreza del edificio: "¿Deben llevar ustedes una vida muy dura, no?" Y el monje, satisfecho, se limitó a contestar: "Tú lo quisiste, fraile mostén; tú lo quisiste, tú te lo ten".


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https://www.youtube.com/watch?v=8lOOCpABKpo

sábado, 9 de febrero de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS


LAS HUELLAS EN LA NIEVE

Este año el tiempo atmosférico nos ofrece abundantes temas de escritura. Es verdad eso de que cada día tiene su afán. Ayer era la lluvia, hoy es la nieve. Ayer, llovía sin parar; hoy, nieva sin dejarlo.

Acabo de venir de la Parroquia. Por el camino he pisado con gusto la blanda nieve recién caída. Solo dos huellas había en la nieve: la huella de una persona joven y la huella de un perro pequeño. Huellas distintas, a todas luces.

Ahora estoy escribiendo en mi habitación. Por mi ventana veo que sigue nevando. Los copos saltan revoltosos sobre el suelo y caen sin hacer ruido. Siempre la nieve ha sido silenciosa. Su color blanco da claridad a las cosas y a las casas.

Mientras escribo veo a las gentes que caminan despacio de un lugar a otro. Van protegidas de abrigo y todas llevan abiertos sus paraguas. En la plaza han aumentado las huellas, son huellas de ida y vuelta.

Los capós de los coches están cubiertos de copos de nieve. Parecen todos iguales, aunque no lo son.Igual que los copos, parecen todos iguales pero tampoco lo son. Es bonito contemplarlos así. 

Más nieve, más personas, más huellas. La presencia de la nieve, de las huellas, me han recordado un hermoso suceso de la vida de San Josemaría.

 “Las Navidades de 1917-1918 fueron extremadamente frías. El termómetro se mantuvo a catorce grados bajo cero durante muchos días y la ciudad quedó casi paralizada. Un día de aquellos, tras una fuerte nevada, sucedió un hecho que, aunque pueda parecer intrascendente, cambió el horizonte de su vida: vio unas huellas en la nieve, las huellas de un carmelita que caminaba con los pies descalzos por amor a Dios. Al ver aquellas huellas, Josemaría experimentó en su alma una profunda inquietud divina que le suscitó un fuerte deseo de entrega. Otros hacían tantos sacrificios por Dios y él —se preguntó—... ¿no era capaz de ofrecerle nada?

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viernes, 8 de febrero de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS



NO OS AFANÉIS POR VUESTRA VIDA

Eran seis o siete palomas. Todas iguales. Cada una iba a lo suyo. Y todas, a lo mismo: buscaban alimento, nunca mejor dicho, entre las piedras y baldosas del suelo. A simple vista -vista humana- no se veía nada que coger, pero las palomas, ellas sabrán porqué, picoteaban y picoteaban sin parar.

Ante esta simpática estampa, me quedé parado mirando fijamente a las palomas. Lentamente, me coloqué muy cerca de ellas. Y las palomas, sin inmutarse, seguían pica que pica sobre el suelo.

Con rapidez realicé un examen de su estado físico. Me pareció que las palomas estaban sanas, pero hambrientas. Y sin más, pensé en las personas necesitadas, pobres, hambrientas, solas.

Me acerqué un poco más a las palomas y ahora sí, ahora, las palomas, todas a la vez, emprendieron el vuelo, posándose a poco mas de treinta metros. Eran seis o siete, no las pude contar.

De de improviso, me acordé de estas palabras evangélicas: “No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?"

Luego, seguí mi camino. Las palomas supongo que el suyo. Era una mañana de invierno. Llovía y nevaba.

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jueves, 7 de febrero de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

EL CALVO Y LA LLUVIA


Hoy ha sido un día lleno de lluvia y de viento, de frío y migajas de nieve. Un día de nubarrones pardos y negros y algún que otro claro de sol, para volver de nuevo la lluvia y avisos de nieve.

Eran las seis de la tarde, cuando me dirigía aguardar el coche en el garaje. De mi casa al lugar donde lo tenía aparcado, a penas si habría cien metros de distancia.

En este corto trayecto me topé con un señor, que vestía gabardina blanca y pantalón obscuro. Lucía una calva de grandes dimensiones. Totalmente calvo. Caminaba debajo de la lluvia. Iba encogido de hombros y como queriendo ahuyentar las gotas que caían sobre su cabeza. En su calva reluciente botaban las gotas fuertes y gordas. Me dio lástima, pena.

Me fije especialmente en él, porque no llevaba paraguas. Quise prestarle el que yo llevaba abierto en mi mano derecha, pero no fue posible. En ese momento se me cayó al suelo un sobre con calendarios que llevaba en la otra mano. Mientras lo recogí el “calvo” había desaparecido.

Hoy se habrán vendido muchos paraguas, quizás el hombre de reluciente calva haya comprado uno. El paraguas es para cuando llueve.

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miércoles, 6 de febrero de 2013

SENCILLAS VIVENCIAS

TODO ES BUENO


Vuelvo a los saludos rutinarios. Nos encontramos en medio de la plaza cuatro personas: un matrimonio entrado en años que se dirigía a la consulta médica; un hombre también mayor, soltero, que portaba en sus manos sendas bolsas de basura; y un servidor, sacerote, que volvía a la Parroquia, después de haber tomado mi media mañana.

Los cuatro para saludarnos, algo que está bien visto, dijimos, casi a la vez: “Buenos días”. Luego, con total naturalidad, cada uno añadió algo. La mujer dijo: “Buenos días, es un decir”; su marido apostilló: “Buenos días, por decir algo”, el soltero añadió: “Buenos días, es la costumbre”; y yo dije: “Buenos días, algo hay que decir”.

Después hablamos durante un breve rato. Más tarde cada uno nos fuimos a lo nuestro. El matrimonio al médico, el soltero a tirar la basura y yo a cumplir con mi ministerio.

Luego pensé: Buenos días (no eran buenos, pues hacia mucho frío): “Todo es bueno si nos lleva a Dios”.

PARA ESCUCHAR
https://www.youtube.com/watch?v=pSA7axDI2YU

martes, 5 de febrero de 2013