sábado, 18 de febrero de 2012

DÍA 18 DE FEBRERO DE 2012


ESCALERA ABAJO

Desde hace varios años, vivo en un tercer piso de un bloque de treinta y seis viviendas. Para bajar a la calle, como les ocurre a todos mis vecinos, tengo dos posibilidades: coger el ascensor o bajar por la escalera. De momento no se han descubierto otras formas de poder solventar esta necesidad.

Por obligación y circunstancias personales, tengo que bajar a la calle, al menos cinco veces al día, que son treinta y cinco a la semana y ciento cincuenta veces al mes.

En estos últimos meses, lo vengo comprobando con cierta curiosidad, el noventa por ciento de las veces he tenido que bajar a la calle, si no he querido esperar, tomando la escalera.

Esto, en un primer momento, me parecía un mal. Mal porque la bajada se hace más lenta, más cansina, e incluso más peligrosa. Sin embargo, después, pensadas las cosas, el hecho de bajar por la escalera, lo considero un bien, porque además de ejercitar los músculos de los pies y agilizar el movimiento de las piernas, me permite ayudar al corazón.

He llegado a la conclusión, una vez más, de que “que no hay mal que por bien no venga”.

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