jueves, 27 de enero de 2011

TERCERA SEMANA DEL T. O.

VIERNES
SAN MARCOS 4, 26-34

CON UN SOLO GOLPE DE CLIK
http://www.youtube.com/watch?v=3Xo4dD2OWtI
Y decía:
—El Reino de Dios viene a ser como un hombre que echa la semilla sobre la tierra, y, duerma o vele noche y día, la semilla nace y crece, sin que él sepa cómo. Porque la tierra produce fruto ella sola: primero hierba, después espiga, y por fin trigo maduro en la espiga. Y en cuanto está a punto el fruto, enseguida mete la hoz, porque ha llegado la siega.
Y decía:
—¿A qué se parecerá el Reino de Dios?, o ¿con qué parábola lo compararemos? Es como un grano de mostaza que, cuando se siembra en la tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra; pero, una vez sembrado, crece y llega a hacerse mayor que todas las hortalizas, y echa ramas grandes, hasta el punto de que los pájaros del cielo puedan anidar bajo su sombra.
Y con muchas parábolas semejantes les anunciaba la palabra, conforme a lo que podían entender; y no les solía hablar nada sin parábolas. Pero a solas, les explicaba todo a sus discípulos.

Una vez más habías salido a predicar. La gente te seguía y te escuchaba. Tus palabras movían, pero, sobre todo, era tu conducta la que arrastraba. ¡Eran tantos los que te seguían! ¡Eran tantos los que accedían detrás de Ti! Y Tú, Señor, les decías: El Reino de Dios viene a ser como un hombre que echa simiente en la tierra.

Y seguías: el labrador siembra de día, por la noche duerme. Así un día y otro día. Y la semilla va creciendo; primero hacia abajo, después hacia arriba. Y el labrador ni se entera. Y sale el tallo y llega la espiga, y vine el granazón y la seca; tras la siega, los granos bailan en la era; después descansan en el granero más tarde, se hacen pan, alimento, fuerza.

Así es el Reino de los cielos: es como una pequeña semilla que el labrador divino deposita en el alma; primero crece, luego madura y al fin llega la cosecha: la felicidad eterna.

Señor, labrador amigo, siembra en mi vida la semilla de tu Re-ino, envía tu luz y tu sol, tu agua y tu fuerza, para que un día pueda recoger la cosecha de tu Reino.

Nos contaste también otras parábolas: la del grano de mostaza, pequeña semilla pero que con el tiempo se hace una hortaliza grande, de ramas tan crecidas que hasta los pájaros anidan en ellas.

El evangelista apunta que con estas y con parábolas semejantes anunciabas a las gentes tu palabra, conforme a lo que podían entender; luego, en privado, se las explicaba más a tus discípulos.

Señor, explícame, una y otra vez, tus parábolas.