COMO UN SENCILLO CONCIERTO
Después de dos días, ayunos de paseo, hoy he
decido salir a pasear, aunque el tiempo no es del todo apetecible. Pero como
dice el refrán: “a mal tiempo buena cara”. Y eso he hecho.
Mi intención era andar durante una hora, como
es mi obligación, pero no lo he conseguido. Mis deseos se han quedado en cuarenta y cinco minutos, que, por otra
parte, no está del todo mal.
Como hacía frío, me he abrigado bien. Tabardo
de tela fuerte, tapabocas de lana hasta las cejas, guantes de cuero en las
manos y en los pies zapatos de invierno.
Y como además llovía, apenas he pisado la
calle, he abierto el paraguas y a caminar a ritmo suave. No iba solo por el
sendero que he elegido, personas mayores, más jóvenes y algún niño me han
adelantado o se han cruzado a mi paso.
Las gotas de agua chocaban sobre el paraguas.
Cuando el ruido de los coches se alejaba, escuchaba el concierto natural y
monótono de las gotas de agua que caían sobre la lona del paraguas. No todas
sonaban igual, si prestaba atención, distinguía unas gotas de otras con
nitidez. Era como sencillo concierto de la naturaleza.
Al llegar a casa, sentí el deber cumplido y
el alivio del calor del hogar. Ahora, mientras escribo estas líneas, siento los
pies calientes, la cabeza despejada y las manos libres.
PARA ESCUCHAR