DÍA 20 DE MARZO DE 2012
DIOS, YO Y LOS DEMÁS
Decía el viejo Catecismo: “Dios ha creado al hombre para servirle en esta vida y después gozarle en la eterna”. Para lograr esta meta, el hombre debe cumplir la Ley, guardar los mandamientos, ser santo.
Esta realidad se obtiene mediante un exquisito cumplimiento por parte del hombre, sin olvidar la ayuda de la gracia de Dios, sin la cual el hombre no puede hacer nada, de todos los mandamientos.
Esta meta, a la que todos estamos llamados, la debemos conseguir también, con la ayuda de los demás, con la ayuda de nuestros semejantes.
A este respecto dice el Papa: “La atención recíproca tiene como finalidad animarse mutuamente a un amor efectivo cada vez mayor, “. Es decir, debemos ayudarnos a conseguir la meta, la santidad, la vida eterna.
Y para finalizar su pensamiento, el Papa utiliza un bello símil, muy clarificante, dice: “como la luz del alba, que va en aumento hasta llegar a pleno día (Pr 4,28), en espera de vivir el día sin ocaso en Dios”.
Dios, los demás y yo; o si quieres Dios, yo y los demás. El primero siempre Dios, pero los demás y yo, también.
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