UNA LABOR CALLADA
Ayer era el último jueves del mes de enero.
Todos los últimos jueves de mes, en nuestra Parroquia, se reparten alimentos a
un grupo de familias necesitadas. Algunas son españolas, la mayoría son
extrajeras. Los hay de religión católica, también ortodoxos y algunos
musulmanes. Se le ayuda a todos.
Ayer jueves, a pesar del frío, a las siete y
media de la mañana ya estaban los salones parroquiales abiertos. Cuando yo
llegué a la Iglesia, hora y media más tarde, acudían hombres y mujeres con sus
carros a recoger el lote para ellos preparado.
Finalizada la Misa regresé a casa. Volví de
nuevo a la parroquia. Eran las once y media y seguían llegando gente a recoger alimentos.
¡Qué hermoso, pero qué pena!
A la una y media, más o menos, salí del
despacho a despedir a una feligresa. En ese momento las encargadas de Caritas cerraban
los locales parroquiales.
Hablé con ellas un poco y me dijeron: Hoy han llegado diez familias
más. En total son más de setenta familias a las que hemos ayudado.
Pensé: ¡Una gran labor, callada y humilde!.
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