El Papa Francisco anima a que la pereza y el
poder no distraigan al cristiano
de ser servidores
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Jesús habla de la fuerza de la fe, explicando que debe ser enmarcada en
el servicio. El Papa Francisco se inspiró en el Evangelio del día sobre “el
siervo inútil” para detenerse precisamente en lo que significa servir para un
cristiano, en su homilía en la misa matinal de la residencia Santa Marta este
martes 11 de noviembre.
El Santo Padre añadió que Jesús habla de este siervo que después de haber trabajado durante toda la jornada, una vez que llega a su casa, en lugar de descansar, debe aún servir a su señor: “Alguno de nosotros aconsejaría a este siervo que vaya a pedir algún consejo al sindicato,para ver cómo hacer con un patrón de este tipo. Pero Jesús dice: ‘No, El servicio es total’, porque Él ha hecho camino con esta actitud de servicio; Él es el siervo. Él se presenta como el siervo, aquel que ha venido a servir y no a ser servido: así lo dice, claramente. Y así, el Señor hace sentir a los apóstoles el camino de aquellos que han recibido la fe, aquella fe que hace milagros. Sí, esta fe hará milagros por el camino del servicio”. El Papa afirmó además que un cristiano que recibe el don de la fe en el Bautismo, pero que “no lleva adelante este don por el camino del servicio, se convierte en un cristiano sin fuerza, sin fecundidad”. Y al final, dijo, se convierte en “un cristiano para sí mismo, para servirse a sí mismo”. De modo que su vida es una “vida triste”, puesto que “tantas cosas grandes del Señor” son “derrochadas”. Y observó que el Señor nos dice que “el servicio es único”, porque no se puede servir a dos patrones: “O a Dios, o a las riquezas”. Nosotros – prosiguió explicando el Pontífice –, podemos alejarnos de esta “actitud de servicio, ante todo, por un poco de pereza”. Y ésta – afirmó – “hace tibio el corazón, la pereza te vuelve cómodo”. “La pereza nos aleja del servicio y nos lleva a la comodidad, al egoísmo. Tantos cristianos así… son buenos, van a Misa, pero el servicio hasta acá… Y cuando digo servicio, digo todo: servicio a Dios en la adoración, en la oración, en las alabanzas; servicio al prójimo, cuando debo hacerlo; servicio hasta el final, porque Jesús en esto es fuerte: ‘Así también ustedes, cuando habrán hecho todo aquello que les ha sido ordenado, ahora digan somos siervos inútiles’. Servicio gratuito, sin pedir nada”. La otra posibilidad de alejarnos de la actitud de servicio – añadió Francisco – “es un poco la de adueñarnos de las situaciones”. Algo que – recordó – “ha sucedido a los discípulos, a los mismos apóstoles”: “Alejaban a la gente para que no molestaran a Jesús, pero para estar cómodos ellos”. Los discípulos – añadió el Papa – “se adueñaban del tiempo del Señor, se adueñaban del poder del Señor: lo querían para su grupito”. Y después – dijo – “se adueñaban de esta actitud de servicio, transformándolo en una estructura de poder”. Algo que se comprende observando la discusión acerca de quién era el más grande entre Santiago y Juan. Y la madre – afirmó el Santo Padre – que “va a pedir al Señor que uno de sus hijos sea el primer ministro y el otro el ministro de economía,con todo el poder en sus manos”. Esto sucede también hoy cuando “los cristianos se vuelven patrones: patrones de la fe, patrones del Reino, patrones de la Salvación”. Esto – constató el Papa – “sucede, es una tentación para todos los cristianos”. En cambio el Señor – dijo – nos habla de servicio: “servicio en humildad”, “servicio en esperanza, y ésta es la alegría del servicio cristiano”: “En la vida debemos luchar tanto contras las tentaciones que tratan de alejarnos de esta actitud de servicio. La pereza lleva a la comodidad: servicio a mitad; y al adueñarnos de la situación, y de siervo convertirse en patrón, que lleva a la soberbia, al orgullo, a tratar mal a la gente, a sentirse importantes ‘porque soy cristiano, tengo la salvación, y tantas cosas así. Que el Señor nos dé estas dos gracias grandes: la humildad en el servicio, a fin de que podamos decir: ‘Somos siervos inútiles – pero siervos – hasta el final; y la esperanza en espera de la manifestación, cuando el Señor venga a encontrarnos”. (María Fernanda Bernasconi - RV).
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