lunes, 7 de febrero de 2011

QUINTA SEMANA DEL T. O.

MARTES SAN MARCOS 7, 1-13

CON UN SOLO GOLPE DE CLIK
http://www.youtube.com/watch?v=MM_kwO06UmM


Se reunieron junto a él los fariseos y algunos escribas que habían llegado de Jerusalén, y vieron a algunos de sus discípulos que comían los panes con manos impuras, es decir, sin lavar. Pues los fariseos y todos los judíos nunca comen si no se lavan las manos muchas veces, observando la tradición de los mayores; y cuando llegan de la plaza no comen, si no se purifican; y hay otras muchas cosas que guardan por tradición: purificaciones de las copas y de las jarras, de las vasijas de cobre y de los lechos. Y le preguntaban los fariseos y los escribas:
—¿Por qué tus discípulos no se comportan conforme a la tradición de los mayores, sino que comen el pancon manos impuras?
Él les respondió:
—Bien profetizó Isaías de vosotros los hipócritas, como está escrito:
Este pueblo me honra con los labios,
pero su corazón está bien lejos de mí.
Inútilmente me dan culto,
mientras enseñan doctrinas que son preceptos humanos.
»Abandonando el mandamiento de Dios, retenéis la tradición de los hombres.
Y les decía:
—¡Qué bien anuláis el mandamiento de Dios, para guardar vuestra tradición! Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre». «Y el que maldiga al padre o a la madre, sea castigado con la muerte. Vosotros, en cambio, decís que si un hombre dice al padre o a la madre: “Que sea declarada Corbán —que significa ofrenda—, cualquier cosa que pudieras recibir de mi, ya no le permitís hacer nada por el padre o por la madre. Con ello anuláis la palabra de Dios por vuestra tradición, que vosotros mismos habéis establecido; y hacéis otras muchas cosas semejantes a éstas.

Te rondaban los fariseos inquietos. No sé con qué intenciones. Aquel día se acercaron a Ti, Señor, un grupo de ellos y también algunos letrados de Jerusalén. Llegaban con ganas de pelea. Se habían enterado que tus discípulos eso de lavarse las manos no lo cumplían; que parece se habían desgarrado de la tradición; y que volvían de la plaza y se ponían a comer; y tampoco lavaban los vasos, las jarras y ollas, ni las limpiaban, quizás alguna vez, pero nada de obligaciones fijas.

Así que llegados hasta Ti, entraron en directo: ¿por qué tus discípulos comen con las manos impuras? ¿por qué no siguen la tradición de los mayores? Y Tú, Señor, ni corto ni perezoso, les echaste, con cariño y amabilidad, una buena reprimenda. “Sois unos hipócritas. Ya lo dijo Isaías: honráis a Yahvé con los labios, pero no con el corazón. Dais culto a Dios, pero un culto vacío, fofo, sin amor”.

Mientras decías estas cosas, Señor, no se oía nada a tu alrededor. Y seguiste diciendo: habéis dejado a un lado el mandamiento de Dios y ¡hala!, permanecéis bien apegados a la tradición de los hombres. Más aún: anuláis, a veces, el mandamiento de Dios para hacer vuestros caprichos. Que Moisés dijo que honrar a los padres, vais vosotros y os sacáis de la maga la obligación de ofrenda. Y con ello no permitís hacer nada por los padres, y les dejáis que se mueran de pena y de necesidad. Y como ésta, hacéis muchas.