COMENZAR DE NUEVO
Y otro día es hoy. Y otro mes, pues hoy iniciamos el mes de febrero.
Y además, también hoy, después de una larga temporada, he comenzado a pasear, a
moverme. Una hora he estado paseando esta mañana, mañana lluviosa de invierno,
pero muy agradable. No sé cuál era la temperatura, pero hacía bueno, se podía
pasear a gusto.
Elegí un recorrido muy trillado para mí, es
decir un recorrido hecho, antes más (como se dice aquí en Navarra), en muchas ocasiones. Terreno llano, excepto un pequeño
repecho a la vuelta. Eso es lo que aconsejan los médicos.
Y por el camino, lo mismo de siempre: las
últimas hojas caídas de los árboles, ahora pegadas en el suelo; los coches que salpican
con el agua estancada en pequeños charquitos, cuando pasan al lado de los que
pasean; los campos de cereales, ya nacidos, con sus pequeños tallos al
exterior, pero ahora crecen para adentro; los edificios quietos en sus sitios,
más obscuros y más viejos, pero los mismos.
Y como el pasear, como el saber, no ocupa
lugar, mientras he paseado he podido rezar, pensar, planear, cavilar,
reflexionar, proyectar, sospechar, recelar… y mil cosas más que no son del
caso.
En
resumen: todo igual. Como si no hubieran pasado los meses, los años, el
tiempo: “Precisamente tu vida interior debe ser
eso: comenzar… y recomenzar” (San Josemaría en Camino 292).
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