domingo, 2 de mayo de 2010

QUINTA SEMANA DE PASCUA

LUNES
SAN JUAN 14, 21-26  

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El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama. Y el que me ama será amado por mi Padre, y yo le amaré y yo mismo me manifestaré a él.
Judas, no el Iscariote, le dijo:
—Señor, ¿y qué ha pasado para que tú te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?
Jesús le respondió:
—Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos morada en él. El que no me ama, no guarda mis palabras; y la palabra que escucháis no es mía sino del Padre que me ha enviado. Os he hablado de todo esto estando con vosotros; pero el Paráclito, el Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre, Él os enseñará todo y os recordará todas las cosas que os he dicho.

Señor, una nueva lección práctica la de hoy. La necesitaban tus discípulos, los discípulos de todos los tiempos y la necesitamos también nosotros. A veces, no te entendían o no entendemos, no porque tus “explicaciones sean obscuras”, insuficientes, sino porque nuestras “entendederas” son flojas, lentas, cobardes. No por malas explicaderas sino por malas entendederas.

El que me ama —dijiste— acepta mis mandamientos y los guarda”. Primera lección. Aceptar tus normas, después cumplirlas, y como consecuencia el amor. El refrán lo dice de otra manera: “obras son amores y no buenas razones”. La segunda lección fue igual de clara: “El que me ama será amado por mi Padre y Yo le amaré y Yo mismo me manifestaré a él”. Así, en cadena, sin lugar a vacíos, a imprevistos. A tal causa tal efecto.

Pero a veces, nos entretenemos en otras cosas. Como se entretuvo Judas —no el Iscariote— cuando te dijo: Señor, y ¿qué ha pasado para que Tú te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo? A la pregunta mitad ingenua mitad curiosa, respondiste así: Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él y haremos morada en él. Luego dijiste lo mismo en negativo. Lo que deseabas era que aprendiéramos la lección.

Y antes de acabar —como para asegurarte que asimilábamos tus lecciones— dijiste: “os he hablado de todo esto estando con vosotros”, no me habéis entendido, pero “el Paráclito, el Espíritu Santo que el Padre os enseñará en mi nombre, Él os enseñará todo y os recordará todas las cosas que os he dicho”.

Señor, gracias por tus lecciones; por tus palabras, por tu entrega, y gracias por el Espíritu que habita en nosotros. Y ayúdanos a ser buenos discípulos.