Y de
Valdespina, que así se llama el pueblo donde celebró su Primera Misa Hipólito
Rodríguez, uno de mis amigos, nos trasladamos, no recuerdo como, a Saldaña,
lugar donde diría su Primera Misa de otro buen amigo: José Luis de Santiago
Rodríguez.
Llegamos a
Saldaña. Pueblo grande, uno de los partidos judiciales de Palencia. Nos
esperaban impacientes. Sonaron las campanas de la Iglesia y los cohetes en el
aire. Se notaba que al día siguiente un nuevo hijo de la Villa iba a subir por
primera vez las gradas del altar.
Aquella
noche dormimos poco. El jolgorio juvenil y el cambio de cama, hicieron de las
suyas. La ilusión de la fiesta lo abarcaba todo. Dormimos menos tiempo, pero el
despertar fue gozoso, repleto de alegría. Una primera Misa, merecía la pena.
Llegó la
hora de salir de casa. Un sol radiante lucía en las calles y plazas. El pueblo
estallaba en fiesta. La Iglesia, llena de gente. Cantos, vivas, un nuevo
sacerdote.
Para todos, fue aquel día, fue de verdad, un día de fiesta. Especialmente para los padres y hermanos
de José Luis y para los que le habíamos acompañado. La comida, ¡así eran las
cosas entonces!, se preparó en la misma casa de los padres de José Luis.
A eso de
las siete de la tarde, José Luis y yo, salimos hacia Villasarracino. Quiero
recordar que el viaje lo hicimos en coche de línea: de Saldaña a Carrión de los
Condes y después de Carrión de los Condes a mi pueblo. Me esperaban en un carro
engalanado. Pero de esto escribiré mañana.