lunes, 19 de julio de 2010

DÉCIMA SEXTA SEMANA DEL T. O.

MARTES
SAN MATEO 12, 46-50

CON UN SOLO GOLPE DE CLIK  http://www.izquierdo.nom.es/

Aún estaba él hablando a las multitudes, cuando su madre y sus hermanos se hallaban fuera intentando hablar con él. Alguien le dijo entonces:
—Mira, tu madre y tus hermanos están ahí fuera intentando hablar contigo.
Pero él respondió al que se lo decía:
—¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?
Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo:
—Estos son mi madre y mis hermanos. Porque todo el que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano y mi hermana y mi madre.

Una vez más, Señor, estabas rodeado de gente. Estabas hablando a las multitudes. Y, en ese momento, llegaron tu madre y tus hermanos. Querían hablar contigo. La cosa era difícil, pero alguien” te dijo: tu madre y tus hermanos están ahí fuera intentando hablar contigo. El intermediario se ve que insistía.

Entonces Tú le respondiste: ¿y quién es mi madre y quiénes son mis hermanos? Nadie dijo nada. Tenían claro que Tú, Señor, eras hijo único, también sabían “que hermanos quería decir parientes”; y conocían que María era tu Madre, pero nadie dijo nada.

Entonces Tú, Señor, extendiste tu mano y mirando a tus discípulos dijiste: “éstos son mi madre y mis hermanos”; es decir, vosotros sois de mi familia. Todos vosotros sois mi familia si hacéis lo que Dios manda, lo que Dios quiere. Eso es lo importante.

“Hacerse discípulo de Jesús —según el Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2233— es aceptar la invitación a pertenecer a la familia de Dios, a vivir en conformidad con su manera de vivir”.

Parece que todos lo entendieron. Así lo entendió la Iglesia a lo largo de la historia. Lo entiende hoy y lo entenderá mañana.