lunes, 20 de enero de 2014

SENCILLAS VIVENCIAS

EL AMBIENTE HUELE A NIEVE


Llueve. Llueve y huele a nieve. No sé qué olor tiene la nieve, pero esta mañana de enero, huele a nieve. Y cuando el ambiente huele a nieve, poco después (horas, días) llega la nieve. Así ha sido siempre, espero esta vez también lo sea.

Y mientras llega la nieve, cae la lluvia. Lluvia fina, fría, llena de invierno. Y las gentes con sus paraguas abiertos cruzan ateridas las plazas y recorren a toda prisa las calles. Ruedan más coches por la ciudad y las bicicletas descansan amarradas a sus pesebres.

Y si miras al cielo, es todo igual. Una capa gris que cubre nuestras cabezas inclinadas al suelo. No se escuchan los cantos de los pájaros, ni el silbido del viento. Todo es calma, espera. La nieve está ya cerca.

Y cuando llegue, si lo hace a pleno día, nos aclarará los ojos. Si lo hace por la noche, no sabremos de su presencia hasta que, madrugadores, abramos las ventanas.

Llueve, se ven personas con sus paraguas abiertos y el ambiente huele a nieve. La nieve está cerca.


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