DESDE MI VENTANA
DÍA 17 DE JULIO DE 2011
He vuelto a ver a las dos señoras de ayer, casi en el mismo sitio. Esta vez, una de ellas estaba sentada en un banco, situado bajo un enorme llorón, y, por lo tanto, a la sombra. La otra, acababa de llegar, marcando el compás de su andar, al son del bastón que llevaba en su mano derecha. Pero hoy, no les he dicho nada, no les he saludado. Por varias razones. Me encontraba a una cierta distancia y no era el caso de gritar para comunicarme con las dos amigas, que como todos los días se disponían ir al club de jubilados a pasar un rato y a tomarse un café en amigable compañía.